Ordenar el uso de los recursos marinos, prioridad vital para el ‘Encanto de los Manglares del Bajo Baudó’
A las comunidades les preocupa que ya no ven especies que antes eran abundantes. WCS Colombia, en equipo con el Consejo Comunitario de Concosta, lidera monitoreo participativo para implementar acciones en el marco del Plan de Manejo de este Distrito Regional de Manejo Integrado (DRMI), que lleven a disminuir presiones sobre los recursos y ecosistemas.
La pesca es la actividad más importante para las comunidades que habitan en el DRMI ‘Encanto de los Manglares del Bajo Baudó’, una zona protegida creada en 2017 y que fue lanzada oficialmente como área de conservación en mayo de 2019.
Pero aun siendo una actividad trascendental para la subsistencia, el manejo que esta región del Chocó hace de los recursos que ofrece el mar no es perfecto. A pesar de la enorme biodiversidad, o tal vez porque al ser tanta podría considerarse como inagotable, las comunidades han tolerado actividades de pesca poco sostenibles y desconocen el valor de algunas especies.
Sin embargo, todo lo anterior logra una compensación con el hecho de que hay un interés insuperable entre los pobladores por corregir esas actividades inadecuadas y sustituirlas por otras que sean responsables con el entorno.
Mallas con ‘ojos’ pequeños
Una primera preocupación entre la gente es la escasez de algunas especies que, hace años, eran abundantes. Por ejemplo, le ocurre esto al pargo mulatillo (Lutajus jordani), que hoy casi no se ve. Lo mismo pasa con el tiburón toro (Carcharhinus leucas), especie catalogada como ‘Casi Amenazada’ por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), y que está siendo capturado en estadios juveniles, tanto con mallas como con anzuelos, especialmente en aquellos sitios donde los ríos desembocan en el mar (bocanas).
Sucede algo parecido con los meros, peces grandes y muy importantes localmente para el consumo y su comercialización, pero que se pescan cuando aún tienen tallas pequeñas. Y se nota algo aún más crítico con los guacapás (Pristis pristis), rayas en peligro crítico, de las cuales solo quedan historias en la memoria de los pescadores, siendo ahora ellas mismas casi una leyenda.
Generalmente, los pescadores usan diferentes artes en la zona, desde mallas camaroneras, hasta espineles y líneas de mano, así como atarrayas para la captura de carnada.
Pero no falta que algunos de esos artes de pesca, como las mallas, tengan orificios u ‘ojos’ muy reducidos, los cuales capturan animales por debajo de su talla o edad de madurez. A su vez, estas redes han sido usadas en los estuarios y esteros; e incluso, una práctica usada para capturar pargos (principalmente "mulatillo") es atar las redes sobre las raíces del manglar (práctica conocida como "changuando").
“Hay poca información que permita soportar medidas de manejo para los peces marinos y un desconocimiento del efecto de los artes de pesca sobre los recursos que capturan, lo que dificulta la toma de decisiones y acciones con respecto a la diversificación o sustitución de artes de pesca por otras más sostenible en términos ambientales y de seguridad alimentaria”, explica Paola A. Mejía, líder del tema marino en WCS Colombia.
Precisamente, estos problemas están siendo considerados durante los monitoreos pesqueros que se realizan a bordo de embarcaciones y en desembarcos, ejecutados por WCS Colombia y el Consejo Comunitario de Concosta, en el interés por generar insumos para implementar acciones definidas en el Plan de Manejo del DRMI que conduzcan a disminuir esas presiones.
Especies de interés
Durante los últimos meses de trabajo, se han analizado especies de interés para la comunidad por su valor ecológico, económico y de seguridad alimentaria. Aparecen la corvina, el mencionado mero, los berrugates, gualajos, machetajos y varias especies de pargos, tiburones y rayas. De ellas, se están evaluando aspectos reproductivos, para aportarle al consejo comunitario información que le permita sugerir medidas para su manejo.
Así mismo, la generación de toda esta información permitirá que los habitantes cambien su percepción sobre algunos seres que son considerados falsamente peligrosos y que lleva a los pescadores a tomar medidas injustificadas y extremas sobre ellos. Esto ocurre, por ejemplo, con varias especies de tiburones, los cuales son sacrificados porque, se piensa, atacan y se comen a los humanos. A su vez, a las rayas látigo les cortan la cola por evitar accidentes con su espina, aun no teniendo ningún interés en aprovecharlas.
“Estas actitudes requieren acciones de educación que permitan a la comunidad comprender la realidad sobre la biodiversidad que les rodea”, explicó Paola A. Mejía.
Pero ya hay esperanzadores avances para ordenar el aprovechamiento de los recursos pesqueros en el área protegida. Lo primero fue la generación de acuerdos comunitarios para el uso sostenible, como no pescar con trasmallos en las bocanas y en los esteros; por lo tanto, sólo se permite pescar con anzuelos y con atarrayas en estas zonas.
También, se acordó que los pescadores industriales de camarón harán su trabajo a partir de dos millas de la costa. Dada la importancia que tiene el ecosistema litoral rocoso en esta área protegida, tampoco se va a permitir la pesca a un cuarto de milla de la costa en la zona norte del DRMI (desde el sector conocido como Cabo Corrientes, hasta Cuevita).
“Para el cumplimiento de estos acuerdos, el DRMI contará con un programa de vigilancia y control que permitirá a la autoridad ambiental (Codechocó) ejecutar acciones con comunidades e instituciones de control y desarrollar diferentes actividades de prevención que permitan el conocimiento y la apropiación del territorio por parte de la comunidad”, agregó Paola A. Mejía. “Aquí -subrayó la investigadora-, el reto es que las comunidades se conviertan en usuarios responsables, y a la vez en los guardianes de su propio territorio”.
Precisamente, y como una motivación adicional incluida en el Plan de Manejo del área, se busca la promoción de la actividad pesquera, la apertura de mercados y nueva infraestructura para el desarrollo de cadenas de valor, esto último con el aprovechamiento de la posición estratégica que ofrece la zona para su comercialización a nivel nacional.
El monitoreo pesquero, iniciado en marzo 2019, en conjunto con el Consejo Comunitario Concosta y Codechocó, y desarrollado con la participación de mujeres y pescadores de Concosta, permitirá evaluar la variabilidad temporal de los recursos pesqueros, la incidentalidad de cada arte de pesca, y el ciclo reproductivo de las especies priorizadas.