Bosques de tierra firme, guandales y manglares, atractivos incuestionables pero vulnerables
La selva ha sido muy intervenida para sacar madera. Proponen regular su uso.
Uno de los atractivos más importantes del Distrito Regional de Manejo Integrado (DRMI) ‘El Encanto de los Manglares del Bajo Baudó´ son sus bosques y, como su nombre lo indica, las zonas de manglar.
Pero, además de ser su principal atractivo, también tienen una debilidad. Porque parte de esa selva, donde hay árboles entre los 2 y los 26 metros de altura (muchos de ellos con maderas muy finas), ha sido talada para aprovechar sus recursos forestales con fines comerciales. Ocurre algo similar con los árboles de mangle, que son cortados para usarlos como leña para cocinar o para hacer cercas. Así mismo, se han dado cambios en el uso de suelo para cultivar, entre otros, coco y arroz.
Elmer Rentería, botánico de la Universidad Tecnológica del Chocó y quien realizó los inventarios florísticos para WCS Colombia durante la ‘Caracterización participativa de los objetos de conservación del DRMI’, con el apoyo de asistentes locales del Consejo Comunitario de Concosta y Codechocó, confirmó esta situación durante su trabajo en la zona.
Mientras realizaba mediciones en un sector conocido como Carrizal, Elmer explicó que algunos de los bosques han sido intervenidos, sin que esto quiera decir que están en mal estado.
Estudios realizados en la zona por Codechocó y por otras organizaciones ambientales, han establecido que las áreas más afectadas del Bajo Baudó corresponden a las zonas de Cuevita, norte de Pavasa, los alrededores de Pizarro, en zonas de Belén de Docampadó y en los alrededores de Orpúa.
En el DRMI también hay guandales, sitios de transición entre los sectores de manglar y el bosque de tierra firme, que ocupan una extensión aproximada de 17.346 hectáreas y que están compuestos por más de 20 especies de árboles, entre los que sobresalen el sajo (Campnosperma panamensis), la suela (Pterocarpus officinalis) y la palma naidí (Euterpe oleracea).
La zona definida como de preservación en el DRMI, es reconocida por poseer la mayor cobertura de manglar en el departamento del Chocó y, junto al municipio Litoral de San Juan, los que se encuentran en mejor estado de conservación, abarcando una extensión aproximada de 26.679 hectáreas.
La investigación de Elmer Rentería para esta zona incluyó un recorrido de 3.16 kilómetros, de los cuales 1.06 correspondieron a una zona de preservación y 2.1 kilómetros a una zona de uso sostenible. Se establecieron 158 puntos de muestreo, 53 para la zona de preservación y 105 para la zona de uso sostenible.
Acompañado por asistentes locales, Elmer pudo verificar la presencia de mangle rojo (Rhizophora mangle), mangle blanco (Rhizophora harrisonii), mangle injerto (Rhizophora rocemosa), mangle piñuelo (Pelliciera rhizophorae) y mangle nato (Mora oleifera). Aunque se sabe que también pueden estar otros mangles conocidos como mangle feliz (Avicennia germinans), mangle pelaojo (Laguncularia racemosa), y mangle botón o zaragoza (Conocarpus erectus).
“En el ecosistema de manglar hay un helecho al que llaman chiguamacho (Acrostichum aureum), que generalmente coloniza espacios abiertos que son resultado de las actividades de aprovechamiento de madera o de los procesos naturales de “regeneración”, explica el botánico. Y añade que en ese mismo ecosistema, también son comunes las chupayas, especies de bromelias que crecen sobre los troncos y las ramas de los árboles de mangles, así como las orquídeas.
Entonces, tal y como lo expresa Rubén Darío Hurtado, del consejo comunitario de Concosta, es necesario establecer zonas de conservación con vedas incluidas, y otras de explotación, en las cuales los habitantes puedan suplir sus necesidades económicas. “No se trata de prohibir nada o de que no se use el bosque, pero será importante y urgente regular ese aprovechamiento. Esto, si queremos conservar nuestros recursos indefinidamente”, comentó el líder comunitario.