PNN El Tuparro

Caño Peinilla

Desde aquí, y a una distancia que no sobrepasa los trescientos metros, este caño, conocido como Peinilla, le entrega su vida al río Tomo. Y ambos, ya hechos uno solo, mueren, muchísimo más abajo, en las manos del gran Orinoco. Caño Peinilla es otro de los tantos caudales que alimentan la riqueza hidrobiológica del Parque Nacional Natural El Tuparro.


Las arenas rojizas

Son tierras del Vichada. Y, por lo general, los suelos en ese departamento dibujan una muy particular característica: el color rojizo. Esta condición cromática aplica, también, para las arenas de muchos de los cauces que deambulan por entre sabanas y bosques en esos parajes. Aquí, las enrojecidas playas del río Tomo.


Sabanas y bosques

Entre sus muchos valores naturales, El Tuparro salvaguarda paisajes que conjugan interminables sabanas -muy típicas de los Llanos Orientales- con bosques que parecieran emerger de la nada. Allá, a esos bosques, algunos les dicen ‘matas de monte’. Esta vista, que apunta hacia el occidente, es un regalo que nos comparte el llamado Cerro Peinilla desde su parte más alta.


Las huellas del agua

Al llegar la temporada seca a los Llanos Orientales, los niveles de los cauces comienzan a descender. Es un fenómeno del que tampoco escapa el Orinoco, enorme río que aquí nos muestra las marcas que él mismo ha labrado en un rocoso pedacito de su lecho. La masa agujereada que observamos en esta foto pertenece al raudal del Guahibo.


Los colores de la tarde

En el Parque Nacional Naturtal El Tuparro no son nada raros atardeceres como este. De hecho, lo realmente extraño es que los finales de los días no sean así. Jornada tras jornada, al caer cada tarde, el cielo, con la complicidad de las nubes y del sol, pareciera recurrir a sorprendentes paletas de colores.