El gran jurado ubicó al proyecto entre los cinco finalistas del premio P3 Impact, que convoca la prestigiosa organización Concordia, apoyada por la Universidad de Virginia y la oficina de los Estados Unidos para las Alianzas Globales. El trabajo por la preservación de esta especie es liderado por la Fundación Grupo Argos, la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC), WCS Colombia , Smurfit Kappa y Parques Nacionales Naturales. ‘Conservamos la Vida’ compitió entre otros cuatro proyectos finalistas de Guinea Ecuatorial, Haití, Nigeria y Myanmar.
‘Conservamos la Vida’, un proyecto que busca proteger al oso andino en diferentes lugares de Colombia, se ubicó entre los cinco nominados al premio P3 Impact 2019, el más importante del planeta al momento de resaltar las alianzas entre gobiernos y empresas que apuestan por un propósito común.
El P3 Impact es convocado por la organización independiente Concordia, apoyado por la Escuela de Negocios Darden de la Universidad de Virginia y la Oficina de los Estados Unidos para las Alianzas Globales. Durante la ceremonia de premiación que se realizó hoy en Nueva York, el P3 Impact destacó que ‘Conservamos la Vida’, impulsado por la Fundación Grupo Argos, la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC), WCS Colombia, Smurfit Kappa y Parques Nacionales Naturales, no solo ha protegido al oso andino (Tremarctos ornatus), sino también ha logrado que distintas familias campesinas estén hoy activamente involucradas en la conservación de los recursos naturales, y mejorando su calidad de vida, estrategia que promueve la sostenibilidad rural.
“Que Conservamos la Vida haya quedado situado entre los cinco finalistas del P3 Impact demuestra que, al unir visiones y esfuerzos, sí es posible alcanzar grandes acciones. Y por lo mismo, este reconocimiento se convierte en un muy importante motivo para buscar más alianzas y más articulaciones en pro de la conservación ambiental a escala de país.”, afirmó María Camila Villegas, directora de Conservación de la Fundación Grupo Argos.
El ganador del P3 Impact fue el intento que se gestó en Guinea Ecuatorial por eliminar la malaria en la isla de Bioko, y en el que participan el Gobierno de este país africano y empresas petroleras de esa misma nación. Los otros finalistas eran trabajos que propenden por un mejor servicio de salud y la productividad agrícola en Nigeria, Haití y Myanmar.
Kilómetros de conectividad
‘Conservamos la Vida’ se desarrolla en zonas donde habitan familias campesinas que viven muy cerca de aquellos bosques donde también viven los osos. Por lo general, son núcleos en los que las poblaciones de este mamífero pueden llegar a superar los 100 individuos. Y como son áreas en las que se traslapan los ecosistemas de montaña y los predios rurales, a veces ocurren interacciones negativas entre los humanos y el animal, especialmente porque éste, debido a la deforestación y a la pérdida de su hábitat, suele quedarse sin refugio y entrar a las fincas. A partir de ese momento, nace una cacería por retaliación, en la que las personas tratan de capturarlo para condenarlo a muerte por los daños que pueda llegar a causar.
Es bajo ese contexto que ‘Conservamos la Vida´ impulsa y genera acuerdos voluntarios con los dueños de esas fincas para que, en lugar de matar al oso, lo preserven. Como parte de dicho propósito, esos mismos propietarios liberan algunas áreas de sus terrenos y las destinan, exclusivamente, a la conservación. Entonces, allí es posible implementar procesos de restauración activa mediante la siembra de árboles, lo que al final transforma esos lugares en corredores biológicos que le dan al oso andino más espacio para desplazarse, reproducirse y encontrar alimento, sin tener contacto con los humanos o con los animales domésticos.
Por su parte, y a cambio de ese acto generoso con el mamífero, los agricultores o ganaderos, dependiendo de su actividad y de sus necesidades, reciben, entre otras cosas, insumos agrícolas, materiales para hacer siembras, plantas para alimentar las vacas (bancos de forraje)o se les apoya en la construcción de pozos sépticos, zonas para ordeño o establos para mejorar el manejo de sus animales y así evitar que estos se muevan hacia las zonas que recorre el oso.
Por el momento, los esfuerzos en este sentido se han concentrado en los municipios de El Águila y Dagua (Valle del Cauca), así como en El Tambo (Cauca). Procesos similares también avanzan hoy en Palmira y Buga, justo en sectores que están situados sobre áreas de páramo y en zonas de influencia de los Parques Nacionales Naturales Munchique y Farallones de Cali.
Por ejemplo: una finca llamada El Mirador, que promueve el avistamiento de aves y el ecoturismo, recibió de ‘Conservamos la Vida’ la adecuación de una terraza que se ha convertido en una plataforma de observación para los avituristas y ornitólogos. A cambio, los propietarios de ese predio destinaron 130 hectáreas para el libre tránsito del oso andino.
A la fecha, según la Fundación Grupo Argos, se han logrado 58 de estos acuerdos con familias campesinas, cifra que ha permitido alcanzar 1567 hectáreas de conservación, todo esto dentro de una gran área priorizada de 1’000000 de hectáreas (10 mil kilómetros cuadrados). Esta fase se complementa con una etapa de monitoreo para saber si esas zonas que fueron liberadas o destinadas por los propietarios para preservación, han ayudado a que el oso viva mejor.
“Además, hemos podido enseñarles a las personas cómo es el comportamiento del animal. Esto lo hacemos con jornadas de educación ambiental para explicar que “si la casa del oso es deforestada, también es posible que él llegue a sus terrenos a buscar algo de alimento o a hacer sus recorridos naturales. Porque nunca el animal, con intención o por instinto, va a querer atacar a los humanos o a su ganado. En conclusión, conseguimos que el oso ya no sea visto como una amenaza, sino como una oportunidad de progreso”, concluyó María Camila Villegas.