Por: Mónica Diago
La tortuga de río del Magdalena (Podocnemis lewyana) es una compañera de todas las jornadas de pesca de Pedro Nel Fuentes, habitante de Bocas del Carare en Puerto Parra, Santander, y representante legal de Asopesbocar (Asociación de Pescadores de Bocas del Carare). Según el método de pesca que él elija, sabe que se la encontrará por el camino. Si se decide por la rastrera o la atarraya, tendrá que madrugar (su salida será sobre las 5:30 a.m.) y a su regreso, después de la 1:00 p. m., la verá asoleándose en los caños o detrás de las palizadas (aglomeraciones de madera que se forman por los árboles caídos, y en donde suelen reposar los peces y las tortugas). Si, por el contrario, acude a la chinchorra (una red de 80 a 150 metros de largo) deberá pescar de noche y lo más seguro es que la observe poniendo sus huevos en la playa.
En cualquiera de estos dos casos, don Pedro sabe que si accidentalmente una tortuga queda atrapada entre sus herramientas de pesca tendrá que sacarla y liberarla en el mismo punto. Él, junto con otros pescadores de la zona han asumido la tarea de trabajar para que cada vez más personas tengan esa misma conciencia. “Con la asociación de pescadores hemos trabajado en talleres y jornadas de sensibilización para que entendamos que la tortuga de río es vital para nuestra tierra y por eso debemos evitar su consumo o el de sus huevos”, afirma.
Y lo están consiguiendo. Desde 2014, el Proyecto Vida Silvestre (PVS) de WCS, ha desarrollado actividades de protección de la fauna y la flora en esa región, lo que condujo a que en 2019 se empezara a trabajar, específicamente, con la tortuga de río del Magdalena. El propósito principal ha sido que, por medio de la firma de varios acuerdos con las comunidades, se aporte a la conservación de esta especie y a la protección de los ecosistemas del Magdalena Medio.
Una de las primeras tareas fue realizar un diagnóstico para conocer el estado de la tortuga, y en el cual se evidenció que la pesca incidental es una de las amenazas más grandes que ella enfrenta. Esto inspiró a que se organizaran ciclos de capacitaciones con asociaciones, se suscribieran acuerdos voluntarios de conservación y se realizaran jornadas de restauración ecológica en canales hídricos, que son espacios donde la tortuga reina.
“Hemos hecho talleres en los que destacamos las características de la especie, su alimentación, distribución, grado de amenaza; todo lo que nos sirve para sembrar conciencia en los habitantes, no solo en los adultos sino también en los niños”, explica Yelsin Salgado, ingeniero ambiental y de saneamiento de WCS.
Durante estos años de trabajo se ha logrado la firma de 23 acuerdos voluntarios de conservación que pueden ser renovados en aras de seguir preservando la especie. 20 de ellos se han suscrito con ganaderos del departamento de Antioquia (en las veredas Peñas Blancas y San Luis Beltrán), 1 con Asopesbocar y 1 con Asopeschucurí, en San Rafael de Chucurí (Santander), y 1 más con los ganaderos de las riberas del río San Juan. Como lo indica el experto, éste ha sido un trabajo fuerte de sensibilización con la comunidad y de generación de cultura en la zona media del Magdalena.
Un animal acuático
La tortuga de río de Magdalena es una especie endémica que habita en las cuencas de los ríos Sinú, Magdalena y Cauca. Se extiende por 12 departamentos: Antioquia, Atlántico, Bolívar, Boyacá, Caldas, Cesar, Córdoba, Cundinamarca, La Guajira, Magdalena, Santander y Sucre. Es una especie que habitualmente se encuentra en los ríos, caños, ciénagas o áreas inundables conectadas a las fuentes de agua, y necesita de las playas o barrancos de las orillas para poder poner sus huevos y asolearse.
Son, además, animales herbívoros y frugívoros, se alimentan principalmente de plantas acuáticas, frutas y algunas hojas en las orillas de los ríos. La anidación, que se presenta en dos temporadas al año –en diciembre y enero (verano) y en junio, julio y agosto (veranillo)–, tarda entre 40 y 45 días.
Su importancia ecológica es amplia. Tiene la capacidad de transportar frutas y semillas a lo largo de los ríos y caños, lo que la convierte en una dispersora natural; también sirve de alimento para otras especies como los caimanes y las nutrias; “abona” la superficie del sistema acuático con sus heces y al alimentarse de plantas macrófitas flotantes, que pueden llegar a invadir los cuerpos de agua y afectar la subsistencia de otras especies, ayuda con su control.
Pese a su gran importancia, es un animal que se encuentra en Peligro Crítico (CR), según la lista roja de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza). “Entre sus amenazas más grandes están la cacería para el consumo, la destrucción de su hábitat y los cambios en la dinámica del río por construcción de represas”, explica Igor Valencia, biólogo de WCS y especialista en tortugas continentales.
Actividades humanas que ponen en riesgo su existencia
Además de los aspectos antes mencionados, la tortuga de río enfrenta otra serie de amenazas:
- La pesca incidental: que se presenta cuando los pescadores que van tras la captura del bagre rayado se acercan a las paleras o palizadas donde éste se refugia y la tortuga termina enredada entre los implementos de pesca.
- La ganadería: en ocasiones el ganado llega a los playones y el pisoteo puede dañar los lugares donde las tortugas hacen su proceso de anidación.
- El cambio climático: que está afectando el ciclo del agua y las temperaturas haciendo que las épocas reproductivas de la tortuga se vean alteradas.
Es por eso que, si bien la responsabilidad de su cuidado no debe recaer exclusivamente en los pescadores, es muy importante que a este trabajo se sume la mirada de las autoridades ambientales y administrativas, de tal forma que sean más y más los ojos los que propendan por la protección y la conservación de esta especie. Pedro Nel añade: “Se nota el cambio desde que empezamos a trabajar en la conservación de la tortuga. La fauna ha aumentado, las he vuelto a ver asoleándose en las palizadas, tirándose al río cuando nos ven pasar porque el ruido de la lancha las asusta. Esto no pasaba antes”.
Sin duda, los frutos de los pescadores comprometidos como don Pedro se están evidenciando. El resultado de su sensibilidad con la tierra que habita, se está convirtiendo en el motor de muchas otras acciones que seguirá replicando con sus colegas para que cada vez sean más los que al ver una tortuga sepan que pertenece al río y nada más que al río.
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**El Proyecto Vida Silvestre, iniciativa liderada por Ecopetrol, el Fondo Acción y WCS, trabaja por la conservación de 15 especies (doce de fauna y tres de flora). Lo hace en tres paisajes de Colombia: los Llanos Orientales, el Magdalena Medio y el Piedemonte Andino-Amazónico en Putumayo.