El Proyecto Vida Silvestre (PVS) está haciendo una nueva jornada de monitoreo de fauna a partir de imágenes captadas con 226 cámaras trampa, instaladas en sectores del Magdalena Medio, los Llanos Orientales y el piedemonte Andino Amazónico, en Putumayo, los tres paisajes donde la iniciativa trabaja desde el 2015. El objetivo es determinar los patrones de actividad y el estado de las poblaciones de algunas especies sensibles, como la danta o el jaguar.
Por Javier Silva Herrera
Hace algunos días, el biólogo Luis Eduardo Rojas confirmó que pumas y jaguares recorren hoy la selva que rodea a El Líbano, vereda que pertenece al municipio de Orito (Putumayo).
Él no lo cuenta como una hipótesis. Se sabe que estos mamíferos grandes deben dominar parte de los ecosistemas situados en esta región del país, en pleno piedemonte Andino Amazónico. Pero, en esta ocasión, Luis Eduardo usa nuevas pruebas para contarlo. Son certezas recientes que han nacido a partir de algunas de las fotos que un grupo de ‘cámaras trampa’ captó en el lugar.
Esto, en medio de un ambicioso monitoreo de fauna que el Proyecto Vida Silvestre (PVS)* está desarrollando y que ha implicado la instalación de 226 cámaras, no solo en Putumayo, sino también en sectores del Magdalena Medio y los Llanos Orientales, escenarios donde esta iniciativa trabaja por el cuidado de especies y ecosistemas estratégicos desde 2015.
Generalmente, las cámaras se activan con el movimiento de los animales presentes en el bosque, por eso pueden tomar cientos de imágenes. Es una metodología que también se conoce como ‘fototrampas’ o ‘fototrampeo’, cuyo máximo beneficio es que ayuda a observar a las especies muy de cerca, sin molestarlas.
Luis Eduardo, quien se ha dedicado principalmente a la herpetología (estudio de los anfibios y reptiles), cuenta que en El Líbano se conformaron cinco equipos, que instalaron 60 cámaras a mediados de diciembre del 2023.
—En cada uno de ellos había una persona de la comunidad, algunas de las cuales contaron que, en el pasado, habían sido cazadores de la misma fauna que hoy se empeñan en proteger. Una razón por la que conocían muy bien los recorridos y el comportamiento de los animales—, reconoce Luis.
Técnicamente, en esta zona se escogió un área de 60 por 60 kilómetros. A su vez, dentro ésta se diseñaron celdas o porciones de un kilómetro cuadrado.
Posteriormente, se definió en cuáles de esas celdas se debían instalar una o más cámaras —esto dependiendo de las diferentes coberturas naturales, de las distancias a los asentamientos humanos, de los permisos o análisis de seguridad—, que permanecieron activas hasta finales de enero pasado, momento en el que fueron retiradas.
Luis celebra que se recogieron muy pocas ‘cámaras en blanco’, término que indica que el equipo no logró ningún registro, situación que ocasiona la mayor contrariedad que puede enfrentar un profesional dedicado a este ejercicio.
—Esto es normal y ocurre porque a veces los animales son muy sensibles y se retiran de ciertas zonas cuando perciben el olor de los humanos o, incluso, de las mismas cámaras—, explica.
Dado que el proceso de instalación y retiro en esta región comenzó desde el año pasado, ya se han obtenido 17 mil fotografías, cuyo análisis avanza con la ayuda de una plataforma apoyada por inteligencia artificial llamada Wildlife Insights, que logra la lectura de cada imagen y permite la creación de bases de datos globales de vida silvestre.
Hasta el momento, los primeros registros indican la aparición de 22 especies de mamíferos y 16 de aves.
Una de las imágenes más celebradas fue la de un cerdo de monte labiblanco o pecarí barbiblanco (Tayassu pecari), ya que es la primera vez que el PVS logra un registro del mamífero en este departamento.
También, se han reportado pumas, jaguares, armadillos, perros venaderos y, entre las aves, tangaras y pájaros carpinteros.
Las cámaras siempre te dan sorpresas
En los Llanos Orientales, el monitoreo se concentró en una parte de la cuenca del río Bita, teniendo a la danta (Tapirus terrestris) como la especie más representativa del análisis.
Juan Camilo Largo, uno de los biólogos encargados de hacer el trabajo en esta región, explicó que se instalaron 132 cámaras —casi 8 por día en diferentes cuadrantes o áreas de monitoreo—, lo que implicó hacer recorridos continuos durante tres semanas, entre el 5 y el 24 de febrero. La recolección de las cámaras comenzó el 21 de marzo pasado.
Allí, 66 de las cámaras funcionaron con la tecnología tradicional, en la que cada una de ellas tomó una foto cuando detectó la presencia de un animal en movimiento y muy cerca de su lente.
Pero, además, otras 66 aplicaron una metodología diferente: tomaron fotos cada minuto durante los 45 días de seguimiento programados, lo que les permitió registrar animales en un rango más amplio, incluso si no estaban muy cerca de la cámara.
—Instalamos los equipos a ambos lados del río Bita, teniendo en cuenta que, en estos sectores cercanos al cauce, hay mayor disponibilidad de alimento y zonas de refugio para los animales, lo que aseguraría mayores registros—, comentó.
Él menciona que los dos costados tienen diferencias: uno es más plano y el otro más ondulado, y en cada uno viven especies diferentes.
Juan Camilo espera que, al revisar el contenido de los equipos, estos hayan ‘capturado’ imágenes de venados, jaguares, pumas, osos mieleros —(Tamandua tetradactyla), también identificados como osos amazónicos— paujiles o tigrillos.
Comenta que es un trabajo que siempre trae sorpresas. Incluso, esfuerzos similares ejecutados en otros lugares del mundo han permitido el redescubrimiento de especies que se creían extintas. O hasta se han producido hallazgos inolvidables durante su instalación.
Relata que él y su equipo vieron muchos monos y, en algún momento, se les apareció un jaguar que estaba atravesando la sabana y, al parecer, quería refugiarse en un sector boscoso. Todos lo vieron, al menos durante solo unos segundos. Y ahora, hasta podrían encontrárselo de nuevo, inmortalizado en alguna ‘fototrampa’.
Interés por los primates y el paujil de pico azul
Por su parte, en el Magdalena Medio se instalaron, inicialmente, 34 cámaras en Riberas del San Juan, vereda del municipio de Cimitarra, en Santander.
Camilo Barreto contó que el interés primario será el registro de mamíferos grandes, especialmente de primates, teniendo en cuenta que el PVS trabaja en esta parte del país por la conservación del mono araña, uno de los más amenazados del mundo.
Como el mono rara vez baja al suelo, se realizaron tres transectos por cada una de las cámaras trampa y en cada una de las celdas seleccionadas.
—Intentamos ubicarlas en coberturas de bosque, incluso así la celda escogida abarcara áreas degradadas o de potreros, o estuviera impactada por obras de infraestructura como carreteras—, dijo Camilo.
Algunas de ellas serán trasladadas a un sector de Yondó (Antioquia), para hacer un monitoreo adicional que incluya al paujil de pico azul (Crax alberti), catalogado como ‘En Peligro Crítico’ de extinción debido a la cacería, lo que ha diezmado su población.
Leonor Valenzuela, Coordinadora de Análisis y Síntesis de WCS Colombia, informó que buena parte de todo este monitoreo se ha desarrollado gracias a la ayuda y autorización de dueños de predios, que han firmado, desde hace años, acuerdos de conservación en el marco del PVS.
Por medio de estos acuerdos, los propietarios de esos terrenos se comprometen a conservar una parte de sus fincas y, a cambio, reciben asesoría del proyecto para mejorar su productividad y avanzar hacia la sostenibilidad.
—También tenemos el apoyo de propietarios que no han tenido relación con el PVS, pero que nos permiten entrar a sus fincas para instalar las cámaras y así comparar las diferencias entre las áreas que tienen acuerdos, con aquellas que no los tienen. Esto es muy importante, pues nos permite medir el impacto del proyecto sobre las especies—, aclaró Leonor.
Antes de que finalice este año, el PVS divulgará los resultados y conclusiones de este trabajo, que permitirá realizar análisis de ocupación de algunas especies, determinar si sus poblaciones han aumentado e identificar patrones de actividad y uso de sus hábitats.
En ese momento será interesante saber si tantos esfuerzos privados y públicos, enfocados a cuidar parte de estos paisajes, han dado un respiro a los ejemplares más sensibles de nuestra fauna silvestre.
* El Proyecto Vida Silvestre, iniciativa liderada por Ecopetrol, Fondo Acción y WCS Colombia, trabaja por la conservación de 15 especies (doce de fauna y tres de flora). Lo hace en tres paisajes: los Llanos Orientales, el Magdalena Medio y el piedemonte Andino-Amazónico (Putumayo).