Tomado de www.eco-index.org
Historias desde el Campo
Diciembre 2011
Isaac Goldstein, coordinador del Programa para la Investigación y Conservación del Oso Andino de la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS, por sus siglas en inglés)
Entrevista realizada por Yessenia Soto, Rainforest Alliance (Alianza para Bosques)
"La gente se escandaliza, por ejemplo, cuando escuchan que se mataron 100 osos en los últimos años, ¿pero qué significa eso?, ¿cuál era la población base?, ¿dónde los mataron? Si carecemos de información básica y de un contexto, no podemos medir el impacto real de lo que está pasando."
El oso andino (Tremarctos ornatus), también conocido como el oso de anteojos por las manchas que tiene alrededor de sus ojos, es el único oso que queda en Suramérica y es el único sobreviviente de la subfamilia de osos Tremarctinae; además, está clasificado como una especie vulnerable a nivel mundial por la Unión para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). Entre los principales riesgos para la especie se mencionan la fragmentación de su hábitat, la cacería ilegal, la expansión de la frontera agrícola y el gran desconocimiento sobre su estado de conservación.
Se dice que a diferencia de las demás especies de osos, el oso de anteojos es tímido y evita la interacción con los humanos. Su distribución comprende los países de Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela, sin embargo, por la falta de estudios y su carácter esquivo, no hay suficiente información confiable sobre su presencia y hábitats actuales. "Uno puede vivir en una ciudad al lado de una zona silvestre con una población de osos andinos y no saberlo; el problema es que igualmente pueden extinguirse sin que uno se de cuenta", explica Goldstein.
En esta entrevista, Goldstein nos cuenta habla sobre el trabajo que realiza WCS-Colombia, desde hace cinco años, en un proyecto de "Estudio, monitoreo y conservación de las poblaciones del oso andino en Colombia", con el cual se han dedicado a generar la información que hace falta sobre la especie: mapear su hábitat, calcular cuántos quedan, conocer las amenazas que enfrenta y recomendar las acciones que se necesitan para salvarla. También explica la ambiciosa iniciativa que impulsan junto con Parques Nacionales Naturales de Colombia.
Pregunta: De todas las amenazas que enfrenta el oso andino, ¿por qué es tan grave es la falta de conocimiento que existe sobre su situación?
Goldstein: Las otras amenazas que enfrenta la especie, como pérdida del hábitat y cacería, son muy serios pero al mismo tiempo son tan obvios que se atacan por definición. La gente se escandaliza, por ejemplo, cuando escuchan que se mataron 100 osos en los últimos años, ¿pero qué significa eso?, ¿cuál era la población base?, ¿dónde los mataron? Si carecemos de información básica y de un contexto, no podemos medir el impacto real de lo que está pasando, no sabemos la gravedad real de cada amenaza o si es que hay amenazas ocultas como enfermedades que los están afectando y tampoco se puede tomar las medidas apropiadas para conservar la especie.
P: WCS-Colombia empezó en el 2006 con el proyecto de planificación regional para la conservación del oso de anteojos en los Andes Centrales de Colombia; ¿en qué consistía y cómo les ayudó a impulsar el enorme esfuerzo que han hecho?
Goldstein: Con el financiamiento del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos (USFWS, en inglés) seleccionamos el oso andino como una especie paisaje para utilizar su presencia en la planificación del paisaje y en la conservación de la región de los Andes Centrales de Colombia.
El reto fue detectar la presencia del oso. La información existente sobre su hábitat era tan vieja que mencionaba lugares que ya ni existen como áreas silvestres; aún sumándole datos sobre los remanentes de área silvestre no podíamos asegurarnos una referencia confiable de dónde podía haber osos. Entonces, con ayuda de guardaparques y corporaciones regionales nos fuimos al campo a recolectar señales de presencia con las que elaboramos un modelo de dónde sí debía haber osos. ¡La información real demostró que no había oso donde se decía que sí y que sí había donde se decía no!
Este primer proyecto nos abrió las puertas de todo lo que ha pasado: fue fundamental para entender qué estaba pasando, más bien, para darnos cuenta de que no sabíamos qué estaba pasando. Nos dio la dirección para seguir adelante y nos permitió conseguir aliados clave: Parques Nacionales Naturales de Colombia y varias corporaciones regionales.
P: ¿Qué dirección necesitaban tomar?
Goldstein: Supimos que para encontrar al oso andino teníamos que ir al bosque y seguirlo. Para hacerlo necesitábamos un ejército de personas preparadas, entonces decidimos invertir en gente para armar nuestro ejército. En el 2008 pedimos otro financiamiento al USFWS, ahora con el fin de impartir talleres de capacitación a guardaparques sobre cómo evaluar y monitorear el oso andino. Así diseñamos e impartimos talleres dirigidos a los funcionarios de los 22 parques nacionales donde consideramos que podría haber osos.
P: ¿Cómo pasaron de este segundo financiamiento a ser parte del Programa Nacional de Monitoreo de Poblaciones de Oso Andino en los Parques Nacionales Naturales de Colombia?
Goldstein: Parques Nacionales estaba armando la estrategia de monitoreo de valores objeto de conservación dentro de sus parques de forma paralela a nuestras capacitaciones. Gracias a la confianza generada en el trabajo conjunto, nos pidieron ayudarles a establecer un programa nacional de monitoreo del oso andino.
Como ese no era nuestra área de experiencia, propusimos trabajar juntos en un diseño experimental de campo que probaríamos en un plan piloto. Durante el 2009 trabajamos con la subdirección técnica de Parques Nacionales elaborando el marco conceptual del monitoreo, que se puso a prueba en el 2010 en el Parque Nacional Natural Chingaza. Tras la prueba, se ajustó un poco el modelo para que fuera confiable y se logró definir el protocolo de trabajo para extenderlo al resto de los parques nacionales importantes para la especie.
P: ¿En qué consisten los monitoreos?
Goldstein: Se trata de obtener datos confiables sobre la abundancia relativa de la especie a través señales de presencia. Para ello realizamos recorridos a pie en transectos del parque para recoger señales de actividad, también se utilizan cámaras trampa. Por ejemplo, en el sitio de prueba se trazaron las rutas de muestreo para recoger señales de actividad y trabajamos durante seis meses solo en la colocación efectiva de las cámaras trampa que se pusieron a funcionar durante dos meses. Luego se procesa la información recolectada para entender qué significa respecto a la presencia del oso.
P: ¿Esto se llevará a cabo en todos los parques nacionales de Colombia?
Goldstein: En Colombia hay 7 grandes "paisajes oso"; nuestra primera meta es, entre el 2012 y 2014, implementar el proceso en al menos un parque por paisaje. El ideal es expandirlo a las otras 19 áreas que reportan la presencia de esta especie.
P: ¿Entonces, es hasta después del 2014 que se obtendrán entonces los primeros resultados sobre la situación del oso andino?
Goldstein: Entre el 2012 y el 2014 se hará el primer muestreo que nos permitirá recolectar información de línea de base. Para saber con más seguridad qué está pasando con la especie, se requiere un segundo gran esfuerzo de monitoreo que se realizará cuatro años después, el cual dará la información que se comparará con la línea base para obtener así un estado real de la situación.
P: ¿Cuáles son los principales retos que enfrentan para expandir el programa?
Goldstein: Como iniciativa nacional, va a requerir mucho esfuerzo logístico y monetario para Parques Nacionales. Primero, porque los monitoreos son muy costosos. Por ejemplo, cada trampa cámara que utilizamos cuesta alrededor de US$400 y para obtener una muestra válida es necesario colocar al menos unas 80 cámaras en cada parque… Además, ya vimos que son procesos muy largos y será necesario que los parques puedan apropiarlos y asegurar la estabilidad de su ejecución.
P: ¿Existe interés de otras instituciones y donantes para apoyar la iniciativa?
Goldstein: Hay poco interés porque los osos no son una prioridad para los fondos de Norteamérica (usualmente los principales donantes); asimismo, los proyectos de monitoreo tampoco les resultan atractivos ya que requieren una gran inversión de tiempo y dinero y hay que esperar mucho para obtener resultados. Actualmente los fondos de conservación están más dirigidos a la parte social de la conservación, al trabajo con comunidades y a la educación ambiental.
Por eso estamos buscando donaciones de otros lados. Cabe mencionar el gran apoyo del mismo Parques Nacionales, quienes han aportado un gran financiamiento a través vehículos, gasolina, comida, personal, equipos, entre otros recursos.
P: ¿Qué resultados se esperan obtener del proyecto?
Goldstein: El monitoreo nos va a dar una estadística confiable para saber con certeza si la población de oso andino está creciendo o reduciéndose, información que será la base para definir las acciones de conservación que deben implementarse. Hay otros resultados paralelos muy significativos: como la metodología de monitoreo es extensiva en su diseño espacial, los guardaparques van a tener que salir de sus rutas de vigilancia establecidas, van a caminar todo su parque y con eso podrán ver lo que está pasando con otras especies. Además, ocurre un proceso de empoderamiento, estos guardaparques se están dando cuenta de que pueden hacer cosas sofisticadas y que no necesitan esperar a que vengan agentes externos a estudiar sus parques. Ellos se están convirtiendo actores dinámicos y generadores de información.
P: En la mitad del camino, ¿cuáles son las mayores satisfacciones que han obtenido de un esfuerzo tan largo?
Goldstein: Ha sido un proceso de maduración para todos los involucrados. El personal de Parque Nacionales está lleno de orgullo porque el sistema de monitoreo fue hecho por ellos mismos, ahora saben que "¡sí se puede!". Los guardaparques son más independientes y se han apropiado de los conocimientos y la metodología. A la gente le estamos dando una herramienta para discutir y presionar por las acciones de conservación que se necesitan. Y al oso andino le dimos identidad, está fotografiado, es estudiado, ya no es un sujeto "virtual" como cuando empezamos.
Para WCS, nuestro trabajo tendrá éxito cuando verifiquemos que el proceso funciona y terminará cuando el sistema de parques sea autónomo en la utilización de la metodología.
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