Tomado de www.eltiempo.com
En los 11 años que lleva estudiando al oso andino (oso de anteojos), el venezolano Robert Márquez, probablemente una de las personas que más saben de ese animal en el país, nunca se ha encontrado -cara a cara- con uno.
¿Mala suerte? Quizá. Lo cierto, sin embargo, es que últimamente ese privilegio lo han tenido muchos en el páramo de Chingaza, en donde en el 2007 arrancó una estrategia de conservación sin antecedentes, liderada por Parques Naturales, que ya ha identificado plenamente a 14 individuos.
Científicamente, no se puede decir -todavía- que haya aumentado la población de Tremarctos ornatus, como se llama técnicamente el oso de anteojos. Lo que sí va en aumento son los avistamientos. Uno de los más recientes tuvo como protagonista al ex viceministro Fabio Arjona, quien, en medio de una visita al parque, hace apenas unos días, se tropezó con uno de estos animales. "Se paró en dos patas y se quedó viéndonos. Fue muy emocionante", le dijo a EL TIEMPO.
A este hecho se suman unas fotos que tienen conmocionada a la comunidad científica del país, que han circulado por Internet y que serían de una turista que, casi inmóvil, apenas pudo sacar su teléfono celular para captar a una hembra cruzando una vía polvorienta del parque Chingaza, con sus dos oseznos.
En efecto, la estrategia -que se trata de un plan piloto que será emulado en todo el país- ha instalado cámaras trampa que han arrojado en total 887 imágenes, 380 de osos.
"En el material fotográfico hemos podido identificar a 14 individuos, aunque pueden ser muchos más", dice Emilio Rodríguez, subdirector técnico de Parques Nacionales.
Los identificaron porque las manchas en el pecho y en la cara de esa especie -el único oso que existe en Suramérica- son como una huella dactilar. No hay unas iguales a las otras.
Y aunque las fotografías son parte importante de ese programa, en realidad es un riguroso análisis de nidos, huellas y pelos lo que revela en qué estado está, no solo la especie, sino ese ecosistema, que 'fabrica' más del 80 por ciento del agua que beben los bogotanos y los vecinos de unos 12 pueblos aledaños en Meta y Cundinamarca.
Eso, en otras palabras, quiere decir que la presencia del cuadrúpedo no es una anécdota del paisaje. Si hay osos, hay agua.
"El oso de anteojos es un importante indicador de la salud del páramo. Es lo que nosotros hemos llamado una especie sombrilla, que arropa a una multitud de otras especies", explica Juan Gaviria, del grupo de expertos del oso andino, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Claramente, se trata de un dispersor por excelencia de semillas y un factor clave para la renovación de unas 600.000 hectáreas de musgos de pantano, árnicas y frailejones que hacen parte del corredor Chingaza-Sumapaz-Guerrero, una zona que hace rato dejó de ser estratégica para ambientalistas y que hoy es una prioridad del Gobierno Nacional.
De hecho, el jueves, el Ministerio de Ambiente, Conservación Internacional (CI) y el Acueducto de Bogotá, entre otras entidades, lanzaron un diagnóstico técnico y una propuesta integral de gestión para implementar, proteger y conservar esta oferta hídrica sin par. El documento dejó clara, sin embargo, la gran amenaza que representan los cultivos -hay papa en buena parte del páramo- y la ganadería extensiva.
La otra parte que angustia a los conservacionistas es que con una probable repoblación de la especie, es casi predecible el recrudecimiento del conflicto entre osos y humanos, pues hay que recordar que las balas de los cazadores han sido acusadas de extinguir la especie en la mayoría de páramos y bosques húmedos y nublados de los Andes colombianos.
"Como no hay mucha comida, el oso tiene que bajar a zonas de subpáramo a buscar alimento, generalmente en fincas donde provoca la furia del campesino al comer sus vacas", dice Marcela Ramírez de Redpaa, la Red de Protección Ambiental y Animal.
Símbolo
Pero más que la constatación de Tremarctos ornatus deambulando por los solitarios parajes y devorando plantas y bejucos o conejos y venados, la novedad convierte a Chingaza en el punto clave de las estrategias de conservación en Colombia. No en vano, la imagen de Parques Nacionales Naturales es un oso de anteojos.
Pero el ícono va más allá e incluso permea temas de política y desarrollo. En noviembre del 2008 se llevó a cabo en Lima (Perú) una cumbre con expertos en osos de más de 20 países en la que se proponía que en torno a ese animal se hiciera la planificación de los territorios. El mensaje era claro. Si se respeta el territorio del oso, la riqueza hídrica y, por ende, el desarrollo estarán garantizados.
"El oso conforma una figura de fuerza y poder político y territorial que debería ser entendida con mas seriedad", dice Gaviria, quien hizo parte de la cumbre. "No es casualidad -añade- que Rusia sea llamada 'el oso siberiano', que China se represente por el oso panda o que en el escudo de Madrid (España) haya un oso". Y habría que hablar también de Berna (Suiza) y de Berlín (Alemania), en donde el oso es primordial. Ojalá también se vuelva parte importante de Colombia.
Andrés Rosales García
Redactor de EL TIEMPO