Este proyecto, que lidera la Fundación Grupo Argos, Parques Nacionales y WCS Colombia, está nominado al premio P3, que realiza la organización Concordia, apoyada por la Universidad de Virginia y la oficina de los Estados Unidos para las Alianzas Globales. El ganador se conocerá a finales de septiembre en Nueva York.
Matthew A. Swift, director ejecutivo y cofundador de la prestigiosa organización independiente Concordia, con sede en Nueva York (EE.UU), explicó en mayo pasado en Bogotá, cuando se abrió en la capital del país la primera oficina de la entidad por fuera de Estados Unidos, que si los sectores público y privado trabajan en la misma dirección “se producen con frecuencia los mejores resultados”.
Swift sabe lo que dice, porque Concordia, una entidad independiente y sin afiliación política, está dedicada a inspirar y a fomentar activamente las alianzas intersectoriales, con el fin de generar proyectos de impacto en todo el mundo que se transformen en “desarrolladores de sociedades”.
Y lo más importante es que esa premisa no se ha quedado en palabras, o, por lo menos, no en el caso de Colombia. Aquí, este ideal es una realidad gracias al proyecto ‘Conservamos la Vida’, que es, precisamente, una alianza entre Wildlife Conservation Society Colombia (WCS), Fundación Grupo Argos, la Fundación Mario Santo Domingo, Fundación Smurfit Kappa, Parques Nacionales Naturales de Colombia y la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC).
Esta iniciativa, busca la protección y mantenimiento a largo plazo de las poblaciones de oso andino (Tremarctos ornatus) en diferentes regiones del país, acaba de ser nominada entre cinco proyectos finalistas de todo el mundo para recibir el prestigioso premio P3, el más importante del planeta al momento de resaltar este tipo de uniones en las que el gobierno y las empresas privadas apuestan por un propósito común.
El galardón, que es convocado por Concordia y apoyado por la Escuela de Negocios Darden de la Universidad de Virginia y la Oficina de los Estados Unidos para las Alianzas Globales, será entregado el 22 de septiembre durante su Cumbre Mundial Anual que se celebrará en Nueva York.
P3 Award destacó el hecho de que todo el esfuerzo que hace ‘Conservamos la Vida’ por la protección del oso y por la vida silvestre, también ha logrado que distintas familias del ámbito rural se involucren activamente en la conservación de los recursos naturales y, al mismo tiempo, mejoren su calidad de vida. En eso coindice María Camila Villegas, directora de conservación de la Fundación Grupo Argos, quien opina que la protección del oso ha demostrado que sí es posible alcanzar un desarrollo sostenible rural (ver entrevista anexa) y, simultáneamente, generar condiciones ideales para el cuidado de esta especie vulnerable.
Kilómetros de conectividad
‘Conservamos la Vida’ se desarrolla en zonas donde habitan familias campesinas, las cuales viven muy cerca de los bosques naturales donde se distribuyen los osos. Por lo general, son núcleos en los que las poblaciones de este mamífero pueden llegar superar los 100 individuos.
Es usual que en estas zonas de frontera, en las que se traslapan los ecosistemas de montaña y los predios campesinos, ocurran interacciones negativas entre humanos y osos que resultan en conflictos, especialmente porque el animal, debido a la deforestación y pérdida de su hábitat, se queda sin refugio y suele entrar a las fincas. A partir de ese momento, nace una cacería por retaliación, en la que los campesinos tratan de capturarlo para condenarlo a muerte por los daños económicos que pueda llegar a causar.
Entonces, ‘Conservamos la Vida’ impulsa y genera acuerdos con los dueños de esas fincas para que, en lugar de matar al oso, lo preserven. Mientras tanto, sus propietarios obtienen beneficios para mejorar su productividad y su calidad de vida. Para lograrlo, los campesinos liberan algunas áreas de sus terrenos y los destinan, exclusivamente, a la conservación. En esos mismos terrenos, también se pueden aplicar procesos de restauración activa mediante la siembra de árboles. Son espacios en los que el animal puede obtener una tregua para desplazarse, reproducirse y encontrar alimento, sin tener contacto con los humanos o con los animales domésticos.
Y a cambio de ese acto generoso con el mamífero, los agricultores o ganaderos, dependiendo de su actividad, reciben pozos sépticos, zonas para ordeño, insumos agrícolas, materiales para hacer siembras, plantas para alimentar las vacas (bancos de forraje) o la construcción de establos para mejorar el manejo de sus animales y así evitar que estos se muevan hacia las zonas que recorre el oso.
El oso como símbolo de progreso
Precisamente, frente a estos últimos casos, hay una finca llamada El Mirador, que promueve el avistamiento de aves y el ecoturismo. Esta recibió de ‘Conservamos la Vida’ la adecuación de una terraza que se ha convertido en una plataforma de observación para los avituristas y ornitólogos. A cambio, los propietarios de ese predio destinaron 130 hectáreas para la conservación, terrenos en los que, muy seguramente, hoy muchos osos se están moviendo a sus anchas. Otros campesinos, dedicados a la producción de café, han podido recibir beneficiaderos, con los que han logrado obtener ingresos adicionales para llevar a sus hogares.
A la fecha, según la Fundación Grupo Argos, se han logrado 58 acuerdos con familias campesinas de las áreas de intervención del proyecto, que han permitido alcanzar 1.567 hectáreas de conservación, todo esto dentro de una gran área priorizada de 1’000000 de hectáreas (10 mil kilómetros cuadrados). Por el momento, los esfuerzos se han concentrado en los municipios de El Águila y Dagua (Valle del Cauca), así como en El Tambo (Cauca). Procesos similares avanzan hoy en Palmira, Buga y otros más también en Dagua, justo en sectores que están situados sobre áreas de páramo y en zonas de influencia de los Parques Nacionales Naturales Munchique y Farallones de Cali.
“Y todo es concertado. Los campesinos no son obligados a concretar los acuerdos, porque el proceso es voluntario. Así, con su ayuda, logramos la recuperación de pequeños parches de bosque en los que los osos se apoyan para moverse de un lugar a otro. Es como cuando uno cruza un río pisando paso a paso las piedras que sobresalen del agua. De esta forma, es posible generar corredores biológicos que permiten mantener la diversidad genética de la especie”, explicó Mauricio Vela, biólogo, magíster en ciencias biológicas y experto en oso andino de WCS Colombia.
Él agrega que este trabajo es un ejemplo de cómo la empresa privada puede hacer equipo con los estamentos gubernamentales para ayudar a un animal, ya que muchas veces estos últimos no tienen toda la disponibilidad presupuestal suficiente para apoyar estos procesos de conservación.
Con esto se cumplen dos objetivos claros: se recupera hábitat para el oso y se mejora la calidad de vida de las comunidades.
Adicionalmente, todo este escenario incluye jornadas para enseñarles a las personas cómo es el comportamiento del mamífero y que así logren entender que “si la casa del oso es deforestada, también es posible que él llegue a sus terrenos a buscar algo de alimento o a hacer sus recorridos naturales. Pero eso no significa, necesariamente, que quiera atacar a los humanos o a sus animales domésticos. Poco a poco, con el trabajo y la gente, el oso ya no está siendo visto como una amenaza, sino como un símbolo de progreso”, agregó Vela.
A esta etapa le sigue una fase de monitoreo para saber si esas zonas que fueron liberadas o destinadas a la conservación por los propietarios, han ayudado al oso para que el animal viva mejor, se reproduzca y sus poblaciones aumenten.
‘Conservamos la Vida’ competirá por el primer lugar del premio P3 entre otros cinco proyectos entre los que figuran una iniciativa en Haití que ha perfeccionado los servicios de salud en este país y el intento en Guinea Ecuatorial enfocado a la eliminación de la malaria en la isla de Bioko, y en el que participan el Gobierno de esta nación africana y empresas petroleras.
‘Es un premio a la generación de conciencia
entre las comunidades’
María Camila Villegas, directora de conservación de la Fundación Grupo Argos, opinó que ‘Conservamos la Vida’ es un caso de estudio que demuestra el valor de unir esfuerzos.
En Terreno: ¿Después de la nominación al premio P3 Impact Award, cuál es la perspectiva que adquiere el programa ‘Conservamos la Vida’?
María Camila Villegas: El premio nos impulsa a continuar promoviendo este tipo de alianzas público – privadas en pro de la conservación ambiental a escala de país. De esta manera, el proyecto se convierte en un caso de estudio en donde se demuestra que se pueden realizar grandes acciones si hay unión de esfuerzos entre los diferentes actores del territorio.
ET: ¿Cuál cree usted que puede ser el resultado más importante que ha logrado el programa hasta el momento?
MCV: La generación de conciencia entre las comunidades y autoridades sobre la importancia de la protección del oso andino en los territorios y de que sí es posible tener un desarrollo sostenible que permita la generación de ingresos y el cuidado del hábitat de una especie. Además, todo se complementa con el trabajo en 10 instituciones educativas que participan en el componente de educación ambiental del proyecto, y que han logrado movilizar a la comunidad en torno a la importancia del cuidado de la especie y los recursos naturales.
ET: ¿Se abre alguna posibilidad, con esta motivación adicional recibida con la nominación al premio P3 Award, para que el programa se extienda a otras regiones del país o que se proyecte a apoyar otra especie?
MCV: Sí, la idea es que bajo este esquema de alianzas público-privadas se puedan escalar estos proyectos con muchos otros aliados. Actualmente, tenemos otro proyecto en donde estamos trabajando para la protección del puma y el jaguar, que hoy también enfrentan un conflicto importante con la población.
ET: La relación del programa con las comunidades es tal vez una de sus principales virtudes. ¿Qué destaca de esa contribución que se ha logrado en la zona rural, para que la gente se vincule con la protección del oso andino?
MCV: Las comunidades que han participado en el proyecto han sido claves en el proceso, desde las familias campesinas que han firmado los acuerdos de conservación y hasta los líderes y docentes de las instituciones educativas que han movilizado a la población en torno al conocimiento de la especie, la conservación de los bosques y del recurso hídrico. Ellos mismos ya gestionan ferias e iniciativas para vincular a las personas de la comunidad al proyecto buscando la ‘conservación de la vida’.
ET: ¿Cuáles cree que han sido los 'secretos' del éxito?
MCV: La confianza entre los actores, haber tenido un gobierno claro del proyecto, la comunicación fluida entre los aliados y la unión de capacidades de cada uno. También, la divulgación del proyecto, no solo en el territorio sino externamente, para movilizar la conciencia y el compromiso de otros. Igualmente, la responsabilidad de públicos y privados en lograr las metas y las alianzas a largo plazo.