En medio de la identificación de una Estructura Ecológica para esta parte del territorio caldense, que dé paso a un ordenamiento territorial correcto, se identificaron 24 especies de anfibios, 227 de aves, 14 de reptiles, 53 de mamíferos, 64 de abejas y 439 de plantas, esto a pesar de que en la región solo sobreviven el 20 por ciento de los ecosistemas naturales originales. Conocer cuáles son esas especies que comparten espacio con las comunidades es determinante para construir un entorno sostenible.
Polioptila plumbea
La región donde se ubican los municipios de Aranzazu, Pácora, Salamina y Aguadas, en Caldas, ha sido una zona intensamente transformada durante los últimos 350 años.
Hoy, gran parte de este territorio pertenece a la zona de alto desarrollo agrícola del Eje Cafetero, razón por la que se ven muchos cultivos de café y de aguacate, así como ganadería o pasturas, entre otros sistemas productivos. Por estos cambios causados por el hombre, en la zona perdura solo el 20 por ciento de sus ecosistemas naturales, una quinta parte de lo que había originalmente, que se apoyan en solo dos reservas forestales protectoras (Tarcará, El Diamante) y en un distrito de conservación de suelos llamado El Gigante. Sin embargo, a pesar de todo ese desarrollo agrícola y ganadero, la biodiversidad, en términos de fauna y flora, sigue defendiéndose en el poco espacio que le ha quedado disponible y está sobresaliendo por su diversidad.
Así lo indica el proceso de identificación de la Estructura Ecológica de la Subregión Norte de Caldas, un trabajo que desarrolló WCS Colombia en colaboración con la Corporación Autónoma Regional de Caldas (Corpocaldas) y que acaba de revelar un registro que da cuenta de una enorme variedad biológica en esas cuatro poblaciones.
Durante recorridos que se realizaron por 31 días efectivos de campo y que terminaron hace aproximadamente un año, fueron halladas 24 especies de anfibios, 227 de aves, 14 de reptiles, 53 de mamíferos, 64 de abejas y 439 de plantas. Números que no son definitivos y que seguramente aumentarían si los monitoreos continuaran. Toda estas cifras se recolectaron en un gradiente altitudinal que va desde los 550 metros sobre el nivel del mar, en el cañón del río Cauca, hasta los 3750 metros en las cumbres de la cordillera Central, que incluye páramos.
Con este estudio no solo se hace un enorme aporte a las comunidades para que conozcan todos esos seres con quienes comparten su territorio. Además, se termina una de las fases de la construcción de la Estructura Ecológica de la Subregión Norte, que incluye otros ‘capítulos’ o partes, entre ellas, consideraciones a las áreas de importancia para los servicios ecosistémicos y algunos análisis de deforestación y conectividad. Una información que es la base para tomar decisiones que lleven a su sostenibilidad.
Así lo explica Silvia Álvarez, investigadora de WCS Colombia y líder de este trabajo, quien agrega que al entender cuáles son los elementos biofísicos que hay en la región, se consolida un soporte para priorizar unas zonas por encima de otras a la hora de tomar decisiones de conservación.
"La Estructura Ecológica que hemos identificado ocupa aproximadamente el 50 por ciento de la subregión Norte de Caldas. La biodiversidad es un insumo para detallar esa Estructura, que a su vez es la base para hacer cualquier plan de ordenamiento territorial, ya sea municipal o regional”, relata Silvia.
Tres aves endémicas
Saber lo que se tiene es, en ocasiones, la base para diseñar estrategias que permitan proteger el patrimonio natural.
Y ya se comprobó que el municipio más diverso, por lo menos en aves, fue Aguadas, con 145 especies; seguido de Pácora, con 100; Aranzazu, con 93, y Salamina, con 68. Para saberlo, se hicieron registros de sus cantos, recorridos de observación y otras fueron capturadas a través de redes de niebla para, antes de regresarlas a su hábitat, medirlas e identificarlas. Se sabe que, del total registrado, 14 son migratorias continentales y tres solo pueden verse en el país (endémicas): son ellas el hormiguero de Parker (Cercomacroides parker), la guacharaca colombiana (Ortalis columbiana) y el carpinterito punteado (Picumnus granadensis).
Otras 22 son casi endémicas de Colombia, como el tucán celeste (Andigena nigrirostris), el gorrión montes cabeciblanco (Atlapetes pallidinucha), el tucán culirojo (Aulacorhynchus haematopygus) y el esmeralda de los Andes (Chlorostilbon melanorhynchus), la urraca de pecho negro (Cyanocorax affini), el arrendajo de cuello negro (Cyanolyca armillata) y el tinamú cabecirojo (Nothocercus julius).
“Los análisis muestran que la diversidad de aves de la subregión es alta, con un 16 por ciento de especies dominantes, cifras que además dan una señal sobre el estado las coberturas forestales de la región”, dice el informe. La lógica se impone, porque resulta obvio que una región de Colombia, dentro del país más biodiverso del mundo en aves (con más de 1900 especies), siga contribuyendo seriamente a fortalecer esas cifras nacionales que son un récord planetario.
Hay ranas de cristal
Frente a los anfibios, que fueron analizados a través de recorridos diurnos y nocturnos, se sabe ahora que en la zona vive cerca del 3,5 de la diversidad total de este grupo faunístico en el país.
La familia más rica fue Craugastoridae (11 especies), todas pertenecientes al género Pristimantis, las cuales representan el 45.8% del total que fueron registradas. Este es un grupo de vertebrados terrestres muy diversificado, que incluye ranas cuya reproducción no requiere de cuerpos de agua, y por eso pueden vivir en la vegetación de páramos, bosques altoandinos o incluso en bosques húmedos tropicales.
Siguen en representatividad la familia Hylidae, que reúne a las ranas arborícolas, con cuatro especies (16.6 por ciento) y la Centrolenidae, donde están reunidas las ranas de cristal, con tres (12.5 por ciento). Tres anuros fueron reportados por primera vez para Caldas: Pristimantis parectatus, P. scoloblepharus y Trachycephalus typhonius, este último llamado como la rana lechera común.
Pristimantis sp
El resultado para los mamíferos arrojó que la mayor diversidad la tienen los murciélagos del orden Chiroptera, con 32 especies, y los pequeños roedores del orden Rodentia. De otro lado, fueron encontradas tres endémicas, una de ellas la musaraña de orejas pequeñas (Cryptotis medellinius) y el ratón de Handley (Handleyomys intectus). Todos ellos fueron ubicados a través de redes de niebla y con tres decenas de trampas en las que se mezclaban avena en hojuelas, mantequilla de maní, cuchuco de maíz, sardinas, banano y mango para armar un cebo.
Viven las abejas de las orquídeas
Entre las abejas, se reportaron en total 31 géneros y 64 especies pertenecientes a cuatro de las cinco familias reconocidas para Colombia. De todas ellas, la familia Apidae, con 41 especies, fue la más representativa, la cual incluye a la abeja doméstica, a las de las orquídeas, también a aquellas que no tienen aguijón y a los abejorros carpinteros. Siguió a este grupo las Halictidae, con 18 especies y que agrupan a las abejas solitarias. Todas ellas fueron seguidas en el bosque, dentro de transectos o franjas de terreno de 150 metros de largo, haciendo recorridos de captura directa, con redes o trampas que tenían cebos hechos con pescado en descomposición o esencias.
Otros hallazgos notables se concentraron entre los reptiles, la mayoría del orden Squamata, en el que 57,1 por ciento del total fueron serpientes y el 42,9 por ciento restante correspondieron a lagartos. La familia más rica es Colubridae, que reúne a las llamadas ‘culebras’, que no son venenosas.
Finalmente, hay una especie casi amenazada entre las plantas (Geonoma undata), y una en categoría vulnerable: el roble andino (Quercus humboldtii). Se registraron dos helechos arbóreos (Dicksonia sellowiana y Cyatheaceae sp.) y 62 morfotipos (grupos que no pueden diferenciarse a simple vista) de orquídeas (Elleanthus sp, Telipogon sp., y Orchidaceae sp), citados por el Apéndice II de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), los cuales poseen una veda nacional para su conservación, reproducción y fomento en todo el país.
Con todos estos y otros cientos de datos sobre la mesa, los beneficios son abundantes: uno de ellos indica que ahora se podrá aclarar desde el ordenamiento territorial, cómo suplir las necesidades de las comunidades en la región, sin olvidar el peso ecosistémico que permite la vida en un territorio. De alguna manera, el reto para esta región de Caldas será construir un paisaje funcional donde cada parte, ya sea un grupo de plantas o de animales, adquiera importancia a la hora de diseñar o crear un entorno viable que nunca olvide a sus habitantes.
Conoce más datos sobre esta investigación en la página web del Sistema de Información sobre Biodiversidad (SIB):
https://ipt.biodiversidad.co/sib/resource?r=2019_corpocaldas_eepnortecaldas
Anolis auratus
En la identificación de la biodiversidad de la Subregión Norte de Caldas participaron los investigadores Víctor Rincón Parra, Andrés Felipe Bohórquez, Eliana Rincón Cifuentes, Julián Andrés Rojas, Mónica Rodríguez, Tatiana Velásquez y Yuli Paulina Ramírez.