Comunidades en Magdalena Medio podrán llamar a números de teléfono para reportar ejemplares encallados o recibir información para reaccionar adecuadamente y manejar el cuerpo de un ejemplar herido o muerto.
Uno de los más graves peligros que enfrentan los manatíes que habitan en regiones del Magdalena Medio es el hecho de quedar empozados o encallados en medio de una ciénaga, o enredados en mallas que algunos pescadores dejan abandonadas, y con las que los mamíferos tropiezan cuando hacen recorridos en búsqueda de alimento.
Esto ocurre con frecuencia y es una de las principales causas de la desaparición de ejemplares de una especie (Trinchechus manatus manatus) cada vez más disminuida y que aparece en estado En Peligro en los registros de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), precisamente por los daños que enfrenta su hábitat, presionado por el secamiento de ciénagas para introducir ganado y cultivos.
Ver un manatí sufriendo o siendo víctima de un ataque no puede ser un hecho menor y las comunidades de la Ciénaga de Paredes, entre Puerto Wilches y Sabana de Torres; las de Yondó (Antioquia), y quienes habitan en las veredas de Bocas del Carare, Riberas del San Juan, en Cimitarra y Puerto Parra (Santander), así como en poblaciones del sur del Cesar, son cada vez más conscientes de esto.
Por eso, con el liderazgo de entidades y autoridades ambientales, están participando y dándole vida a la Red Atención de Varamientos para el Manatí, que dicta algunas reglas o líneas de acción cuando una persona se encuentra a alguno de estos animales en problemas o igualmente crías huérfanas. Es como una línea de emergencia (en realidad son varios números móviles), que actúa como un 911 que permite poner en alerta un medio centenar de personas que integran instituciones, juntas de acción comunal, expertos o grupos comunitarios enfocados al cuidado de la vaca acuática, como se le llama vulgarmente.
La idea está siendo liderada por organización Cabildo Verde y está cobijada por el Proyecto Vida Silvestre (PVS), con el apoyo principal de la Corporación Autónoma Regional de Santander (CAS), alcaldías de algunas poblaciones, a las que se suman asociaciones comunitarias.
Katerin Arévalo González, experta en el tema y profesional de Cabildo Verde, dice que algunos de los principios básicos del protocolo explican que si un habitante encuentra un manatí aparentemente afectado debe observarlo, llamar a una de las líneas habilitadas, recibir las instrucciones para su manejo dependiendo de su estado y tomar fotografías.
Si la persona no se puede comunicar, dicen las primeras indicaciones, lo primero es tratar de darle sombra si este aparece fuera del agua, mantenerlo húmedo y evitar moverlo o llevarlo a sitios que podrían terminar siendo inadecuados.
“Observar es clave, antes de actuar; mirar la situación, como la novela del caso. Si está enredado en una malla, por ejemplo, la acción obvia de muchos es tratar de cortar esa malla para liberarlo, pero es mejor a veces esperar la ayuda de un experto para saber si antes de liberarlo completamente es necesario prestarle algún tipo de atención por una herida o un deterioro evidente. Hay que desempeñarse con mucho tacto y es lo que hemos inculcado a los miembros de la red”, dice Katerin.
Si aparece muerto, lo ideal sería trasladarlo, sin arriesgar la salud de nadie, a un sitio seguro que permita hacerle una necropsia para obtener resultados que permitan conocer un poco más de su estado o, en alguna medida, las causas de la muerte. Si esto último no es posible, lo ideal es realizar un entierro de manera adecuada, para luego recuperar la osamenta.
“La señal para las líneas de celular es buena y podemos confiar en que no tendremos problemas al comunicarnos. Pero si acaso alguien no puede llamar, lo importantes es avisar y buscar que el voz a voz haga su trabajo”. En este caso, la existencia de la Red de Varamientos motiva a las personas a denunciar porque se sabe que, al menos y tarde o temprano, siempre habrá una reacción.
Entre 2010 y 2021, en el Magdalena Medio (esto entre el sur de Bolivar, sur de Cesar, Antioquia y Santander) se han logrado reconocer 28 registros de emergencias de manatíes. El mayor número de casos han sido reportados en la Ciénaga de Paredes.
La idea es que las alertas comiencen a fluir con mayor agilidad en la ciénaga de la San Juana y los cuerpos de agua ubicados en Riberas del San Juan o Bocas del Carare, donde se acostumbra verlos, áreas asociadas al trabajo del PVS.
Los monitoreos comunitarios complementarán el trabajo diciendo dónde puede haber más poblaciones, para que la Red pueda poner sus ojos en esos sitios con mayor interés y abundancia. Uno de los tantos objetivos es evitar mortandades en épocas de pocas lluvias o secas, cuando se presentan más riesgos de empozamientos, es decir, cuando los manatíes quedan atrapados en aguas poco profundas.
“La Red no es la última palabra sobre lo que se debe hacer. Todos estamos asumiendo este ejercicio como una oportunidad para aprender”, agrega Katerin. Grupos similares existen en México o Estados Unidos, donde la gente puede reportar situaciones complejas vividas, incluso, por delfines o ballenas.
El manatí es un animal importante porque ayuda a la estabilidad de las ciénagas y consecuentemente de la pesca. Sus excrementos les sirven de alimento a los peces. También, controlan el crecimiento excesivo de macrófitas acuáticas o plantas como el buchón, que suelen dañar la oxigenación del agua. Así mismo, estos sirenios (así los llaman por ser parecidos a las focas o a las morsas) proporcionan la base de un ecosistema estable y productivo, para que a su vez sea fértil. En síntesis, unos aliados de la vida y del bienestar de todos, que merecen decenas de ojos abiertos y en alerta para reducir sus tragedias.