En los tres paisajes se están desarrollando emprendimientos como la cría de abejas para obtener miel, huertas o patios donde se cultivan alimentos e incluso proyectos piloto que les dan usos a frutos nativos como el moriche como ingrediente de panadería o de yogures o postres. Los acuerdos comunitarios también impulsan la productividad en las fincas.
Los programas o planes ambientales en Colombia siempre buscan generar beneficios a la biodiversidad. Pero este esfuerzo en favor de la naturaleza puede complementarse con una acción social para empoderar a comunidades.
Ante la reducción de la pesca, la pérdida de recursos biológicos que a veces eran primordiales en la alimentación de muchas comunidades, o frente a la necesidad de controlar la cacería de subsistencia, se vuelve entonces una necesidad impulsar la creación de organizaciones que velen por los derechos más fundamentales y de emprendimientos o proyectos productivos que ayuden a generar ingresos para bajar la presión sobre los ecosistemas.
Y esta es y será siempre la apuesta y uno de los propósitos del Proyecto Vida Silvestre (PVS) en los Llanos Orientales, Putumayo y el Magdalena Medio. Hasta hoy se han beneficiado pescadores, campesinos y ganaderos, que superan las 500 personas de manera directa.
En Magdalena Medio, ya son conocidos los esfuerzos de la Asociación de Mujeres de Bocas del Carare (Asomucare), que participan en escenarios de toma de decisiones con proyectos artesanales, un restaurante y una panadería, entre otras actividades, que les dejan ingresos anuales con los que pueden aportar al mantenimiento de la economía familiar. Este año, comenzaron a vender abono orgánico, reciclando material acumulado por 20 familias de la vereda.
Se suman las asociaciones de pescadores, Asopesbocar y Asopeschucuri, que agrupan a casi 200 de ellos, quienes están alzando su voz, aportando conocimiento empírico, dialogando con argumentos con las autoridades gubernamentales y respaldando dos temporadas de veda para la pesca del bagre, con tal de que la especie logre reproducirse.
Pero paralelamente a todo lo anterior, y a la conservación de especies paisaje, en la región avanzan la consolidación de una serie de propuestas productivas de diferentes estilos, que intentan que hombres y mujeres, entre ellos muchos jóvenes, fortalezcan su seguridad alimentaria y, al mismo tiempo, piensen en obtener ingresos adicionales.
Por mencionar solo algunos, hasta el momento se han implementado cultivos de arroz, cacao, bancos de forraje y patios productivos (pequeñas huertas para cultivar productos básicos como hortalizas o frutas) en 49603 metros cuadrados de terrenos, casi 4 hectáreas, antes improductivas o que estaban desplazados por actividades ganaderas; todo esto con la intención de diversificar las actividades de la finca.
Igualmente, proyectos de cría de abejas sin aguijón (meliponinas) para extraer miel con 62 colmenas, y abejas europeas (Apis mellifera) y 16 sistemas para la producción de huevos de gallina feliz. Este esfuerzo cobija a 64 familias campesinas de las veredas Riberas del San Juan (Cimitarra), Bocas del Carare (Puerto Parra), Ciénaga de Chucurí (Barrancabermeja), Remolinos Peñas Blancas y San Luis Beltrán (Yondó-Antioquia), entre otras.
El moriche como producto estrella
En la Orinoquia, estrictamente en las veredas La Virgen, de Cravo Norte (Arauca) y en zona rural de Puerto Carreño (Vichada), se acumulan 25600 metros cuadrados de bancos de forraje, que permiten un mejor abastecimiento de las familias y reducen la presión para el consumo de huevos de tortuga charapa, una especie en peligro de extinción.
Y se implementaron sistemas para cosechar alimentos (frutas, pancoger, verduras, hortalizas y aromáticas) en patios productivos, para consumo y generación de excedentes para comercialización, con un sistema de riego impulsado con energía solar en 20295 metros cuadrados
Pero se adicionan una cantidad importante de cultivos en alianza con las comunidades, y como parte de los compromisos adquiridos para fortalecer acuerdos de conservación con dueños de predios, y entre los que aparecen viveros de especies nativas como congrios y moriches, cercas vivas con matarratón y moringa, así como cultivos de sábila, maíz amarillo, marañón, caña panelera y plátano.
Se consolida también un proyecto piloto para el aprovechamiento del moriche, que ya arroja unos primeros resultados para trabajar postres, yogures y chorizos de cerdo hechos a base del fruto y su transformación en harina como un ingrediente útil para hacer tortas y otros productos de panadería.
De otra parte, se implementó un corral móvil de 500 metros cuadrados para el confinamiento de cerdos sabaneros durante la época seca (diciembre-abril), en el que caben aproximadamente 50 animales.
En Putumayo, por su parte, el enfoque de estas iniciativas ha estado dirigido a la reconversión de cultivos de café para obtener un grano o un producto final que se oferte en mercados especializados.
Y se han aplicado acciones para la disminución de la utilización de energía para secado y agua en las cosechas, que reduzcan el impacto ambiental.
Y con mujeres de la región se realizó un proceso de capacitación para la fabricación y venta de confitería derivada de caña panelera, que podrían generar alternativas económicas que disminuyan la tala selectiva y la cacería de fauna. Allí, igualmente, se dan los primeros pasos para la instalación de colmenas para extraer miel.