Por Carolina Obregón
Durante muchos años, la zona que hoy es el Parque Natural Regional Páramo del Duende permaneció inexplorada y desconocida no solo para sus vecinos, sino también en el registro geográfico de Colombia y, por ende, para las autoridades ambientales del país. El páramo se ubica en la Cordillera Occidental, en los departamentos del Valle del Cauca y Chocó, en plena intersección de los Andes y el Chocó Biogeográfico, región de selva tropical localizada al suroccidente de la nación. Esto explica -en buena parte- por qué su descubrimiento ocurrió hasta hace pocos años, al igual que su reconocimiento como un área de importancia ecológica regional.
Complejo de páramo El Duende
Antes de ser hallado, este lugar solo era conocido por los relatos de campesinos que aseguraban que un duende era su protector y que allí solían desaparecer avionetas; pocos imaginaban, por aquel entonces, que más arriba del espeso bosque tropical, subsistía un páramo. Hasta ese momento, los indicios se basaban en los testimonios de algunas personas que después del accidente de una aeronave cargada de oro, emprendieron camino para buscarla con sus posibles sobrevivientes. Pero aquel grupo de expedicionarios solo llegó a la zona baja del páramo, en donde observaron una vegetación que era diferente a la de la selva.
A mediados de los años ochenta, y en razón a varios sobrevuelos que se llevaron a cabo para evaluar la posible construcción de dos hidroeléctricas, se pudo comprobar que gran parte de la vegetación que cubría esa zona era típica de la alta montaña andina, es decir que correspondía a la que, por lo general, viste a los páramos andinos colombianos.
En 1994, la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC) reconoció la existencia de este sitio y convocó a los habitantes de la zona a bautizarlo. José Abelardo Salgado, ambientalista, y quien lideró durante más de 15 años procesos de conservación en ese departamento, cuenta que entre varias propuestas, se eligió “Páramo del Duende”. Lo anterior, porque muchos niños, arrieros, aserradores y hasta él mismo, decían haber tenido furtivos encuentros con un ser pequeño que vivía en esas montañas y que aseguraba ser el encargado de “mantenerlo intacto, prístino y conservado”. En 1997, iniciaron las expediciones científicas con el propósito de caracterizar su flora, su fauna y sus ecosistemas.
Conocer el páramo
Natalia Gómez, bióloga del Grupo de Biodiversidad de la Dirección Técnica Ambiental de la CVC, y quien participó en las primeras expediciones al Páramo del Duende, cuenta que la caracterización surgió después de que el Plan Nacional de Desarrollo del gobierno de Ernesto Samper (1994-1998), El Salto Social, estableciera como una prioridad ambiental la protección de los ecosistemas estratégicos del país; para el Valle del Cauca, la CVC definió siete ecosistemas, entre ellos los páramos, además de los manglares, las selvas pluviales, los bosques andinos y subandinos, los bosques secos y muy secos, y los humedales del valle geográfico.
Complejo de páramo El Duende
La caracterización biológica del Páramo del Duende, al igual que la de los otros ecosistemas estratégicos, tenía un objetivo a largo plazo: la declaratoria de un área protegida regional por cada uno de ellos a fin de impulsar la conservación, a gran escala, de las áreas naturales de importancia ecológica. En el caso del Duende, este proceso se ha destacado por la participación de las organizaciones de la sociedad civil que han impulsado, de manera decidida -según afirma Natalia-, la protección de uno de los pocos páramos que posee la Cordillera Occidental.
La primera expedición fue una apuesta conjunta entre la CVC, el Instituto Humboldt y las organizaciones de la sociedad civil, como la Fundación Ecológica Fenicia Defensa Natural (Fedena), quienes tuvieron el reto de explorar una zona desconocida y de difícil acceso por su relieve escarpado y su apretada vegetación. De hecho, y a pesar de la poca financiación, el equipo logró alquilar un helicóptero, pues era la única forma de llegar. “Lo que descubrimos nos sorprendió mucho. Encontramos un lugar que no conocía la intervención, no había rastros de incendios o de ganado”, asegura Natalia.
Las siguientes expediciones, que se prolongaron por varios años, se enfocaron en levantar los inventarios de flora y fauna, y como resultado de las mismos se observó que su riqueza botánica era representada por arbustos pequeños, helechos, orquídeas, bromelias, líquenes, musgos y, principalmente, frailejones (Espeletia frontinoensis). En cuanto a la fauna, los investigadores comprobaron la presencia de murciélagos (tres especies diferentes), oso de antojos, danta, puma, jaguar, mono aullador, anfibios y, en particular, aves.
Tal caracterización -cabe agragar- se extendió a la zona de amortiguación, franja donde están asentadas las poblaciones más cercanas al páramo. Esta zona, que se definió en 1999, nació con el propósito de minimizar las perturbaciones causadas por la actividad humana, situación que podría alterar y poner en riesgo la salud del Duende con su vegetación y su fauna silvestre.
Nace un área protegida regional
El 9 de agosto de 2005 el Páramo del Duende fue declarado como área protegida bajo la categoría de Parque Natural Regional. Sus 14.521 hectáreas de extensión las comparten los municipios de Riofrío, Trujillo y Calima El Darién. El área protegida, ubicada entre los 2200 y 3900 metros sobre el nivel del mar, no incluye la zona de amortiguamiento, cuya extensión, de aproximadas 40.000 hectáreas, fue definida por las propias comunidades locales vecinas.
Complejo de páramo El Duende
Según Aberlardo Salgado, la declaratoria del Duende resultó de un proceso que impulsaron los habitantes de su zona baja, las organizaciones de la sociedad civil, las fundaciones, las onegés, las alcaldías municipales, las autoridades ambientales y otras instituciones locales, y que contempló acciones de sensibilización y educación en aspectos como la política y la legislación ambiental, el ordenamiento territorial y la conservación. Al final, todo este mosaico temático facilitó -según afirma el propio Abelardo- alcanzar los acuerdos necesarios. De hecho, uno de los beneficios de la declaratoria -añade Natalia Gómez- fue el fortalecimiento de las organizaciones locales en pro del cuidado y protección de esa naciente área que busca conservar la vida silvestre alto-andina.
Jorge Parra, Coordinador de Áreas Protegidas de WCS, explica que la importancia del Duende se entiende por muchas razones, destacando dos principales: la primera es su ubicación geográfica central entre los Parques Nacionales Naturales Farallones (al sur) y Tatamá (al norte), lo que permite conectar los ecosistemas andinos a lo largo de la Cordillera Occidental; y la segunda es que, al ubicarse entre los Andes y el Chocó Biogeográfico, el área protegida es hábitat de alta riqueza de especies de flora y fauna, algunas endémicas y otras en estado de amenaza, a lo que hay que sumar su reconcimiento como un ecosistema estratégico para asegurar la continuidad de los procesos ecológicos que preservan dicha diversidad.
Como ejemplo de esta continuidad ecológica, hoy el Parque Natural Regional Páramo del Duende cuenta con un núcleo importante de Reservas Naturales de la Sociedad Civil que cumplen el papel de función amortiguadora y que pertenece al corredor Paraguas Munchique (1.489.891 ha), en donde se ubican áreas protegidas que, a la vez, son estrictas de conservación, de uso múltiple y reconocidas como lugares clave para la biodiversidad, por lo que forman parte del hotspot de los Andes tropicales.
Así, entonces, fue que nació para el país la que es hoy -posiblemente- el área de páramo más conservada e intacta de Colombia, lugar que, adicionalmente, funge como estrella fluvial. Allí, su suelo y su cobertura vegetal dan vida a riachuelos y a quebradas que, montaña más abajo, nutren ríos como el Calima, Ríobravo, Río Azul o Riofrío, todos ellos proveedores de agua, de alimento (pesca) y de energía eléctrica, beneficios claves para nuestra vida y nuestro bienestar.