Por: Javier Silva
Frente a la muerte de al menos cinco ejemplares en los últimos meses del 2022, las comunidades e instituciones del Magdalena Medio están consolidando una Red de Varamientos que trabaja a favor de la conservación de la especie, la cual usa esta red social como herramienta. A través de ella se comunican para saber cómo actuar frente a ejemplares heridos, enredados en mallas o muertos.
El pasado miércoles 27 de julio, sobre las 5:30 de la tarde, Yelisa Potes recibió en su celular el mensaje de un pescador en el que reportaba el varamiento de un manatí en el caño Wipi, dentro de la ciénaga El Llanito, muy cerca de Barrancabermeja (Santander). Y le llegó una foto que mostraba el cuerpo del animal, recostado sobre la orilla.
Yelisa, una mujer que nació para ser líder social y quien defiende con firmeza el medio ambiente, supo con rapidez qué debía hacer: reenviar el mensaje por Whatsapp a uno de los miembros de un grupo creado a través de esta misma herramienta tecnológica y bautizado como la Red de Varamientos para el Manatí.
Funciona como un teléfono de emergencia (algo así como un 911 o una Línea 123) al que cualquier ciudadano puede llamar o escribir para reportar cuando vea, se entere o le cuenten que uno de estos mamíferos acuáticos del Magdalena Medio está en problemas.
El grupo que recibe los reportes está integrado por funcionarios de alcaldías, miembros de las corporaciones autónomas regionales de Santander (CAS), de Antioquia (Corantioquia), de Cesar (Corpocesar), así como de biólogos y veterinarios enfocados al cuidado de la vaca marina, como se le llama vulgarmente al Trinchechus manatus. Todos, liderados por biólogos y veterinarios de WCS Colombia y la organización ambiental Cabildo Verde, gestores de esta idea que funciona con el apoyo del *Proyecto Vida Silvestre (PVS).
Para el caso reportado por Yelisa, el manatí no se pudo auxiliar ese mismo día por problemas de orden público. Solo hasta la mañana siguiente, un grupo de funcionarios de la CAS, la Alcaldía y biólogos lograron dirigirse al lugar indicado por el testigo. El animal estaba muerto y en alto grado de descomposición. Antes de ser enterrado, se tomaron medidas y muestras de tejidos para ser analizados en el laboratorio, resultados que están a cargo de la CAS y que indicarán próximamente y con certeza las causas del deceso.
Observar antes de actuar
La Red de Varamientos, que tiene un grupo científico y otro operativo, sugiere que si un habitante encuentra a un manatí aparentemente afectado, lo primero que debe hacer es observarlo muy bien. Luego, llamar o escribir a alguno de sus miembros para recibir las instrucciones para su manejo (dependiendo de su estado) y tomar fotografías, dice Katerin Arévalo, bióloga experta en estos animales, consultora de WCS y una de las gestoras de esta idea.
Si la persona no se puede comunicar, lo primero es tratar de darle sombra si el manatí aparece fuera del agua, mantenerlo húmedo y evitar moverlo o llevarlo a sitios que podrían terminar siendo inadecuados.
“Observar antes de actuar es muy necesario; mirar la situación, como la novela del caso. Si está enredado en una malla, por ejemplo, la acción obvia de muchos es tratar de cortar esa malla para liberarlo. Pero, a veces es mejor esperar la ayuda de un experto para saber si antes de desenredarlo es necesario prestarle algún tipo de atención por una herida o un deterioro a su salud”, dice Katerin.
Si no hay comunicación o señal de Internet para tener acceso a WhatsApp y reportar un caso, se pueden contactar a los líderes de asociaciones o juntas, para que así mismo ellos sirvan como eslabones en el envío de la información. De todas formas, la existencia de la Red motiva a las personas a denunciar porque se sabe que, al menos, siempre habrá una reacción.
Muertes por trasmallos de pesca
Según cifras acumuladas por la Red de Varamientos, desde 2000 hasta el 2022 se han reportado 33 emergencias con manatíes en todos los complejos cenagosos del Magdalena Medio (Antioquia, sur de Bolívar, Cesar y Santander). De ese total, han muerto 24. Cinco de esas muertes han ocurrido este año, tres de ellas en la Ciénaga de Paredes, situada entre Puerto Wilches y Sabana de Torres (Santander). Otro ejemplar fue encontrado muerto en Yondó (Antioquia) y uno más en la ciénaga El Llanito (caso comentado al comienzo de esta nota por Yelisa Potes).
En general, las causas de los fallecimientos son variadas. Se conocen accidentes extraños, como una cría que fue absorbida por la tubería de un acueducto. Otros han muerto por colisiones con embarcaciones o luego de recibir heridas con arpones. Se sabe que perecen por desnutrición o enfermedades (8 por ciento del total), a veces porque la hembra desaparece y no puede alimentar a su bebé. O se empozan cuando el nivel de las aguas baja.
Todas estas causas y amenazas están resumidas en un Plan de Acción Regional para la Conservación del Manatí Antillano, que acaba de ser redactado por Andrea Carneiro, Leonor Valenzuela y Andrey Valencia, de WCS Colombia, y Lesly Cabrias Contreras, Cristhian Mejía Rey y Leidy Africano Vega, de Cabildo Verde, a quienes se sumó Katerin Arévalo, entre otros profesionales.
Según este documento, los manatíes resisten amenazas de muerte como la sedimentación y desecación de los cuerpos hídricos donde habitan, ambos problemas causados por procesos de cambios climáticos e impulsados por la deforestación en las partes altas de las cuencas. Igualmente, los ha puesto contra la pared la expansión de la frontera agropecuaria, la ganadería (a pequeña y gran escala), los monocultivos como la palma africana y la expansión de núcleos urbanos sin cumplir las normativas ambientales.
Se suma a esto, según Andrea Carneiro, la contaminación de los cuerpos de agua por vertimientos industriales y domésticos, así como la cacería (muy común hace décadas para consumir la carne del manatí, una práctica bastante reducida en la actualidad).
También ha influido la presencia de especies invasoras, tanto de flora como de fauna, entre ellos un grupo de hipopótamos que podrían estar “generando cambios en la ocupación, movimientos y migraciones de los sirenios (nombre que hace referencia al orden al que pertenecen los manatíes), jugando un rol “como vectores de patógenos que afectan la salud” de ellos, dice el documento.
Pero, tal vez uno de los principales enemigos de los manatíes es el uso ilegal de trasmallos para pescar en los complejos cenagosos (grandes mallas que se instalan en el fondo de ríos y ciénagas durante horas y que capturan todo tipo de animales), donde, sobre todo crías y juveniles, pueden quedar atrapados y sufrir heridas profundas en el cuerpo, infecciones o morir ahogados.
“Todos estamos aprendiendo”
La Red de Varamientos, que ya completa año y medio trabajando, surge precisamente porque gran parte de estas amenazas no han sido erradicadas. Y por eso su accionar es importante y oportuna para estos momentos de crisis, en los que el manatí está categorizado como En Peligro de extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
La idea ahora es que las alertas fluyan con mayor agilidad en la ciénaga de la San Juana y los cuerpos de agua ubicados en Riberas del San Juan o Bocas del Carare, donde es usual ver manatíes, áreas además asociadas al trabajo del Proyecto Vida Silvestre (PVS). Por eso, el Proyecto hace capacitaciones y talleres frecuentes con las comunidades, para que conozcan esta información y tengan canales de comunicación más efectivos.
“La Red no es la última palabra sobre lo que se debe hacer. Todos estamos asumiendo este ejercicio como una oportunidad para aprender”, agrega Katerin. En eso coincide Yelisa, quien cuenta que mucho antes de la existencia de la Red, y con un Grupo de Guardianes del Manatí que ella lidera con otros vecinos de El Llanito y del barrio El Guamo, donde vive, actuaban a veces movidos más por el afán, que por el conocimiento cuando iban a algún rescate. “Ahora ya estamos más preparados, sabemos proceder con cautela. Y estamos tomando consciencia de la preservación del mamífero, un mensaje que se está extendiendo a muchas otras personas”, comenta.
Precisamente, el Plan de Acción Regional para la Conservación del Manatí recomienda no solo reforzar herramientas de monitoreo como la Red de Varamientos, sino incrementar el seguimiento de poblaciones, el manejo sostenible de su hábitat y la declaratoria de algunas áreas como zonas protegidas (Ciénaga de La San Juana, por ejemplo). Incluso, divulgar estrategias de conservación entre la población, buscar el fortalecimiento institucional e incentivos económicos para aquellos que protejan la especie y la participación comunitaria como eslabón clave para su protección, luego de la aplicación de herramientas de educación ambiental.
El manatí es un animal importante porque ayuda a la estabilidad de las ciénagas y consecuentemente de la pesca. Sus excrementos les sirven de alimento a los peces. Controlan el crecimiento excesivo de macrófitas acuáticas o plantas como el buchón, que suelen dañar la oxigenación del agua. Así mismo, proporcionan la base de un ecosistema estable y productivo, para que a su vez sea fértil. Muchos beneficios, que merecen muchos ojos despiertos en favor de su subsistencia.
*El Proyecto Vida Silvestre, iniciativa liderada por Ecopetrol, el Fondo Acción y WCS, trabaja por la conservación de 15 especies (doce de fauna y tres de flora). Lo hace en tres paisajes de Colombia: los Llanos Orientales, el Magdalena Medio y el Piedemonte Andino-Amazónico (Putumayo).