Por: Germán Bernal
El nacimiento El Mirador es un afloramiento de agua natural en la hacienda El Cholo, del municipio de Roncesvalles (Tolima). Aunque no es el único existente en este predio ganadero de 2300 hectáreas, sí es uno de los más importantes para esta empresa rural, situada entre las cumbres de la cordillera Central. Este es un pequeño brote de agua que surte a los cinco potreros más productivos de la hacienda, donde se encuentran unas ciento cincuenta cabezas de ganado, y satisface el consumo doméstico de una familia de seis integrantes.
A Roncesvalles se le conoce como el Paraíso Natural de Colombia. Las razones para esta distinción popular no son pocas: su riqueza hídrica es enorme; sus páramos albergan una extensa cantidad de lagunas y, por supuesto, a una considerable población de frailejones. Allí también nacen al menos cinco ríos: el Cucuana —que es el principal y recibe las aguas de los otros cuatro—, el San Marcos, Cucuanita, Perrillo y Chilli. Esta subcuenca es tributaria del Saldaña, principal afluente del gran río Magdalena en el Tolima. A todo lo anterior se suma la presencia de frondosos bosques altoandinos que permiten la vida de una gran variedad de especies de flora y fauna; entre las que se destacan dos que se han convertido en símbolo para este municipio: la palma de cera (Ceroxylon quindiuense) y el loro orejiamarillo (Ognorhynchus icterotis), cuya existencia hoy se encuentra amenazada.
En efecto, los nacimientos de agua son frecuentes en este territorio y se suman a la riqueza natural que lo caracteriza. Son importantes no solo por los beneficios ambientales que brindan a la región, sino también por los usos dados por la comunidad: suplen la ausencia de acueductos, fortalecen sistemas de riego y funcionan como bebederos para el ganado, entre otros. El Mirador, por ejemplo, es una muestra del aporte que estos cuerpos de agua hacen a la vida social y económica de la población. Sin embargo, es precisamente, cuando estos usos son mal manejados, que se constituyen en una amenaza para la sostenibilidad del recurso que proveen.
Cuerpos de agua
Desde el punto de vista técnico y conceptual, hablar de cuerpos de agua es una noción que permite organizar los diferentes tipos de fuentes hídricas que existen. De manera general, indica que son extensiones de agua de carácter superficial o subterránea, en estado sólido o líquido, y que pueden ser saladas o dulces. El Proyecto Río Saldaña, una Cuenca de Vida*, una estrategia de protección, conservación y regulación del recurso hídrico en la cuenca alta del río que lleva su nombre, acogió este concepto para clasificar las distintas fuentes existentes en las tres subcuencas en las que interviene: las de los ríos Amoyá, Cucuana y Siquila.
El ingeniero Carlos Morales, especialista en estrategias locales de conservación de este proyecto, explica que la estrategia para la protección de los cuerpos de agua se basa principalmente en la firma de acuerdos voluntarios de conservación con propietarios y propietarias de predios en cada una de estas tres subcuencas. “El primer criterio que tenemos en cuenta es que la finca contenga un área donde exista provisión del recurso hídrico, bien sea que los cuerpos de agua necesiten intervenciones o no”.
Sobre estos predios se realiza un proceso de caracterización que es un tipo de inventario de su biodiversidad en el que se identifican especies arbóreas, cuerpos de agua y áreas de bosque. Allí, luego de implementar varias estrategias de conservación en las fincas, actualmente se está rastreando, también, la presencia de mamíferos. Al inventariar los cuerpos de agua, se clasifican, según sus características, en cuerpos de primero, segundo o tercer orden. “Los nacimientos, de acuerdo con la bibliografía, son de tercer orden. Los ríos son uno de primer orden y las quebradas de segundo”, aclara el ingeniero Morales y prosigue: “¿De qué depende? De la cantidad de agua. Básicamente estos conceptos se toman desde los planes de manejo de ordenamiento de cuencas hidrográficas”.
Ahora bien, no por ser de tercer orden, los nacimientos son menos importantes. La clasificación solo permite ordenarlos de acuerdo con la cantidad de flujo del agua, pero no jerarquiza su valor. Todos son importantes y cada uno aporta desde sus particularidades a los ecosistemas que integran. Los nacimientos, también llamados nacederos, ojos de agua o manantiales, entre otros nombres, son agua subterránea que emerge a la superficie. Como todo ser vivo cuando nace, sobrevive si mantiene un mínimo de requisitos que permitan su supervivencia. Estos afloramientos, por tanto, requieren, entre otras condiciones, bosques sanos.
Resarcir los daños
De las 2300 hectáreas de la hacienda El Cholo, calcula John Parra —administrador de este predio— que entre el 50 % y el 60 %, aproximadamente, son bosques. Sin duda, un entorno favorable para la sostenibilidad del nacimiento El Mirador y de otros que hay en esta hacienda. Pero áreas como ésta son cada vez más vulnerables allí y en otras regiones del país. Las principales causas son ampliamente conocidas: deforestación y expansión de las fronteras agropecuarias.
La tradición ganadera ha impulsado la tala, con la idea de tener potreros amplios y despejados. Montañas verdes y luminosas, sin árboles, son la imagen ideal de muchos productores que tienen la creencia de que estos potreros soportan mayor carga de ganado. Por tanto, implementar estrategias de ganadería sostenible, restauración de bosques con especies arbóreas nativas y aislamiento de los cuerpos de agua, son algunas de las alternativas que se están implementado para proteger los bosques y el recurso hídrico.
La finca Micay, en la subcuenca del río Amoyá, municipio de Chaparral, al igual que la hacienda El Cholo, cuenta con varios nacimientos en su territorio. Es propiedad de Estela Suárez y junto a su esposo Daniel Vidal, destinan este predio principalmente a la ganadería y a pequeños cultivos de pancoger. “Uno de los nacimientos, el más lejano de la vivienda, surtía antes el agua para el consumo de la casa, pero en ese tiempo se deforestaba mucho porque teníamos un cultivo de frijol, por lo que el agua mermó demasiado”, relata Daniel, advirtiendo sobre los efectos negativos que trae la pérdida de los recursos naturales .
Otros factores suelen afectar también la salud de estos brotes de agua, en los que Daniel hace hincapié: “no le dábamos la importancia a los nacimientos, teníamos el ganado suelto que mantenía pisoteando el área de estas fuentes de agua. Pero nos dimos cuenta de la necesidad de proteger. Ahora, tenemos dos nacimientos aislados y la cantidad de agua se sostiene y tiende a aumentar”.
En la Finca Micay y en la hacienda El Cholo, el proyecto Río Saldaña está brindando asesoría técnica y acompañamiento en procesos de restauración. En ambos predios, el uso de estos cuerpos de agua en la ganadería y a su falta de protección, afectó sus caudales. Sin embargo, las medidas tomadas están cambiando el panorama, tal como lo menciona John Parra: “Los bebederos con tanques portátiles y control de rebose nos están mitigando la compactación y el encharcamiento de los potreros y empezamos a restaurar con la instalación de material vegetal nativo que mejorará las condiciones de los bosques aledaños al nacimiento”.
“El agua es vida y para que haya agua se necesita mucha vida. Esa es la que tenemos que cuidar en los nacimientos, porque hay una biodiversidad inmensa: desde microorganismos, hasta microplantas; desde forrajes y rastreros, hasta arbustos, árboles. Hay aves, insectos. Es todo un ciclo que se altera, nada más al deforestar y al acabar con los nacimientos”. Esta reflexión es de John Parra y con ella da cuenta de la complejidad y de la importancia de todos los elementos dentro de un ecosistema. Los nacimientos protegidos se recuperan y con ellos también la vida.
* Río Saldaña – Una cuenca de Vida es una alianza público-privada entre la Fundación Grupo Argos, Concretos Argos, Parques Nacionales Naturales de Colombia, Cortolima y WCS. Este año contó con el apoyo de APC-Colombia.