Por: Javier Silva
Ella recorre voluntariamente las playas del río Meta, para revisar las nidadas que ponen las tortugas adultas de la especie en la arena y el posterior nacimiento de cientos de tortuguillos que llegan al caudal. Es un monitoreo comunitario que involucra a representantes de otras 10 familias de la vereda La Virgen, de Cravo Norte (Arauca).
—Yo no creo que haya otro momento más emocionante que ver a tantas tortugas juntas; grandes, pequeñas, todas tomando el sol, amontonadas. Eso es lo que nosotros por acá llamamos cambote, los grupos que muchas de ellas forman al borde del río, en los charcos. Desde lejos parecen rocas muy grandes, brillantes. De cerca: es la vida, la que también quiero que vean mis hijos—.
Lo dice Leina Marta Reuto, una mujer de no más de 30 años, que ha dedicado una parte de su vida reciente a monitorear las playas que deja al descubierto el río Meta, entre Arauca y Vichada, y en una época del año en la que el caudal de este afluente del gran río Orinoco, generalmente vigoroso, se recoge; sus aguas se tornan mansas, reposadas, y a veces su torrente se ve tan noble como una laguna.
Es una temporada que se pasa rápido. Teóricamente nace en diciembre y suele terminar en mayo. Pero es prolífica, porque desde las profundidades aparecen cientos de tortugas charapas adultas que caminan hasta la orilla a poner sus huevos, en un espectáculo monumental.
Leina revisa esas nidadas que las hembras entierran en la arena, para que de allí nazcan decenas de tortuguitos. Ella tiene cuatro hijos; entonces es una madre cuidando la reproducción de muchas otras, en honor a la existencia.
Monitoreo comunitario y voluntario
La charapa (Podocnemis expansa) es la tortuga de río más grande de Suramérica. Está en Peligro Crítico de extinción, específicamente en la Orinoquia colombiana, porque ha sido históricamente cazada para comer y comercializar su carne y sus huevos, actividades que han reducido sus poblaciones.
El Proyecto Vida Silvestre (PVS), que lidera técnicamente WCS Colombia*, ha trabajado desde 2015 en la región, precisamente para que las comunidades sean conscientes de la importancia del reptil que transporta frutos y semillas a lo largo de los ríos, actividad con la que ayuda a renovar su flora asociada y a sostener parte de la estabilidad de determinados hábitats. Una tortuga que es, además, alimento para aves, bagres, zorros, jaguares o caimanes, también trascendentales en la estabilidad ambiental de los ecosistemas regionales.
Luego de financiar durante algunos años lo que se llamó el grupo de ‘Padres Adoptivos de la Charapa’, a cuyos miembros se les entregaba un reconocimiento en dinero por cuidar a los ejemplares de la especie, desde el año pasado el PVS consolidó en la zona un ‘monitoreo comunitario voluntario’, al cual se han vinculado 11 familias. Un miembro de cada una de ellas debe recorrer las playas durante una semana al mes y revisar el desove de las charapas adultas, contabilizar los nidos construidos por ellas y seguir la evolución de los huevos hasta el nacimiento de los tortuguillos, alumbramiento que se produce unos dos meses después de su postura.
Los monitores voluntarios se dividieron la labor a lo largo de dos sectores geográficos que, en total, abarcan unos 40 kilómetros: uno se extiende hasta la parte alta del río Meta, desde la vereda La Virgen (de Cravo Norte) y hacia un lugar conocido como Lipa, en la ruta hacía la desembocadura del río Casanare. Las playas restantes están situadas en sentido contrario, es decir, entre La Virgen y la estación de Nueva Antioquia (Vichada).
Leina hace parte del primer grupo. Y es, además, la única mujer que se atreve a hacer los recorridos sin depender de ninguna compañía, y en una región donde este ha sido un oficio liderado, tradicionalmente, por hombres.
Líder natural
El monitoreo no es fácil. Porque implica caminar durante 3 o 4 horas bajo el sol y sobre una arena floja y profunda, que a veces no permite dar pasos con fluidez. Se requiere, por supuesto, un estado físico indiscutible.
—Toca ‘mañaniar’ harto. Yo me despierto a las 4 de la mañana. Y sobre las 5:00 a.m ya estoy con el motor (canoa) remontando el río, para llegar a las playas. Me gusta hacerlo sin compañía y aprovechar el tiempo—.
Leina nació en la vereda Santa Cecilia, del municipio de La Primavera (Vichada). En su juventud trabajó con su mamá sembrando yuca y plátano, y también criando marranos. Nunca pudo estudiar y, por eso, ha dedicado gran parte de los últimos años de su vida al hogar. Durante la semana en la que realiza el monitoreo de playas, debe distribuir muy bien su tiempo para estar pendiente de sus hijos (todos menores de edad) y, al mismo tiempo, ayudar a Valdomero, su esposo, con los cultivos de maíz de los que dependen económicamente. También viven de la pesca de bagres, dorados, cachamas, chermas, blancos, entre otros.
—Hemos hecho un trabajo bueno, protegiendo playas, aunque no faltan las discusiones con algunos pescadores—.
Ella se refiere a que habitantes de la zona, recién llegados, y que no han tenido la información suficiente sobre el estado de la charapa y su importancia, a veces saquean algunos nidos; una práctica que poco a poco ha sido controlada.
—Este trabajo me ha enseñado muchísimo; de conservación, sobre todo. Cada vez aprendo cosas nuevas y para los próximos años—.
500 tortuguillos en un solo día
Leina es vista como una líder natural. Así lo explica Mara Contreras, quien dirige los Procesos Sociales para el PVS en los Llanos Orientales. Ella opina que sin haber desarrollado totalmente su capacidad para escribir y leer de corrido, lleva muy bien los cuadernos de campo donde se anotan cifras y detalles de las jornadas de monitoreo. Se ha transformado, además, en un ejemplo de empoderamiento y de liderazgo para todos los habitantes de las veredas. Y demuestra que muchos de los cambios necesarios y esperados entre los habitantes rurales, se producen cuando las personas quieren hacer las cosas y tienen voluntad y determinación.
Por su parte, Mauricio Correa, especialista en Alternativas para Conservación y uno de los profesionales que lidera el PVS, explica que Leina ha creado incluso métodos sencillos para cumplir con su objetivo.
Porque generalmente, cuando los biólogos o monitores se encuentran un nido enterrado en la arena, este debe marcarse para diferenciarlo del resto. Para esto se entierra una vara de madera en la arena, la cual se marca con un número. Leina, por lo tanto, siempre se esmera para que las letras y números de ese distintivo queden impresos de frente al río. De esta forma, días después, si la marca es encontrada en otra posición, se puede intuir que el nido fue manipulado por desconocidos. Mauricio Correa reconoce en esta práctica, por ejemplo, un aporte muy útil para el desarrollo del trabajo, que surgió estrictamente de su creatividad.
Algunos resultados
Hace tres semanas, aproximadamente, fue la más reciente salida de Leina a las playas del río Meta.
—En un solo día pudimos liberar 550 tortuguillos recién nacidos y que salieron de seis nidadas. A mí me gusta ayudarlos a llegar al agua porque la arena se calienta, y mientras que ellos se aproximan naturalmente a la orilla, pueden morir en medio de ese recorrido o se los pueden comer los carracos—.
Durante esta temporada, que se inició en diciembre, los monitores reportaron que 680 charapas hembra salieron del río y construyeron igual cantidad de nidos en las playas del río Meta.
—Ya es muy difícil que nuevas tortugas adultas lleguen a desovar en lo que falta de abril o mayo; desde ahora solo podremos ver nacimientos—concluye.
De todas formas, ella seguirá caminando, hasta que no se vean más tortuguillos o el río crezca e inunde las playas. Solo en ese momento se dirá oficialmente que otra temporada de desove para las tortugas charapa habrá pasado a la historia y, con ella, los miles de pasos que Leina ha marcado en las playas del río Meta para protegerlas.
*El Proyecto Vida Silvestre, iniciativa liderada por Ecopetrol, el Fondo Acción y WCS, trabaja por la conservación de 15 especies (doce de fauna y tres de flora). Lo hace en tres paisajes de Colombia: los Llanos Orientales, el Magdalena Medio y el Piedemonte Andino-Amazónico (Putumayo).