Por: Javier Silva
Un monitoreo acústico, realizado inicialmente en 15 fincas de San Vicente del Caguán, captó la presencia de especies típicas del bosque en siembras cacaoteras. Un ejercicio que demuestra que los sistemas agroforestales pueden respaldar la economía familiar, mientras apoyan la restauración del paisaje y la conservación de la biodiversidad. El objetivo es completar el monitoreo en 100 predios de este municipio del Caquetá y extenderlo a otros, situados en Putumayo y Guaviare.
Euphonia-xanthogaster - Fruterito-azulejo
Hace unos meses, en un sector de la ruralidad de San Vicente del Caguán, en Caquetá, un grupo de biólogos y campesinos quiso saber qué especies de aves recorrían, día y noche, los sistemas agroforestales de sus predios, sitios en los que se mezclan plantaciones principalmente de cacao, con otras de pancoger o incluso de árboles maderables. Lo usual en estos casos —por lo menos es lo que dicta la normalidad—, habría sido salir a caminar los sembrados de cada finca; porque bastaba esperar, hacer silencio, no olvidar la paciencia y afinar la vista para encontrar a algún ejemplar en medio del follaje.
Sin embargo, para saber si una tangara o una guacamaya, por ejemplo, pueden buscar en estas plantaciones frutos para alimentarse, o su sombra para reposar, el grupo de expertos, apoyados por la comunidad, optó por instalar una serie de grabadoras de audio entre las ramas y tallos de los cultivos, que permitieron recoger los sonidos de decenas de ejemplares, sin molestarlos o interrumpir su accionar.
Estos registros han ido revelando que las extensiones de cacao, más allá de ser una fuente de alimento —y la base de aquel gozo que significa probar un buen chocolate— son escenarios productivos que logran mejorar la calidad de vida de las personas, al tiempo que respetan la biodiversidad.
Una monja de frente negra
El trabajo que aún cumple algunas fases de expansión y análisis, se denomina técnicamente como monitoreo acústico y fue desarrollado como parte de las actividades del proyecto ‘Cacao para la Vida: +Bosques en la Amazonia’, una iniciativa que tiene como fin consolidar una cadena de cultivos de cacao resilientes, alejados de la deforestación. Un propósito que tiene el liderazgo de la Fundación Alisos, Wildlife Conservation Society (WCS Colombia) y Rainforest Alliance, con la financiación del gobierno de Alemania, a través de la implementación de la Agencia de Cooperación Alemana para el Desarrollo (GIZ) y en el marco del proyecto INCAS Global+, financiado por el Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania (BMZ) y el gobierno del Reino Unido, a través del programa UK Pact.
Ejemplar de la monja de frente negra (Monasa nigrifrons), una de las especies registradas por las grabadoras.
El rastreo se hizo, inicialmente, en 15 predios, todos asociados a Comicacao (Comité de Cultivadores de Cacao en Sistemas Agroforestales de San Vicente del Caguán), una organización que reúne a cerca de 132 productores activos del fruto y que ha promovido, desde su creación y mucho antes de la llegada a la región de ‘Cacao para la Vida:+Bosques en la Amazonia’, una agricultura que promueve la conservación.
Uno de los primeros pasos del ejercicio fue seleccionar un grupo de aves base—cercade 89 en total—, es decir, un conjunto de especies silvestres representativas y cuya vida dependiera de su interacción con coberturas boscosas (bosques). Ellas son bioindicadoras, porque precisamente su sola presencia da una idea de la existencia positiva de estas coberturas.
La expectativa se concentró, entonces, en mirar si el canto de todas ellas, o de algunas, era registrado por las grabadoras. Esto iba a permitir concluir que las plantas de cacao, así como sus áreas situadas muy cerca de bosque o también a pastizales, podían ser su hogar permanente, un refugio temporal o una zona de descanso.
“Hasta el momento, los primeros resultados de las grabaciones, que fueron analizadas con la ayuda de una plataforma conocida como Arbimon, han señalado que, del total de especies de aves incluidas en la lista base o indicadoras, en los predios se logró el registro de 49 de ellas”, cuenta Camilo Loaiza, consultor de WCS Colombia para Monitoreo de Biodiversidad.
Las familias más abundantes y protagonistas del monitoreo fueron los furnáridos (donde están los horneros y trepadores), los troglodítidos (aves insectívoras) y los tamnofílidos (que agrupa a los conocidos hormigueros).
Entre los individuos reportados con mayor frecuencia en los sistemas agroforestales de cacao apareció un pequeño pájaro conocido como momoto amazónico (Momotus momota). Asimismo, el tucán de pico rojo (Ramphastos tucanus), el tinamú ondulado (Crypturellus undulatus), la guacamaya bandera (Ara macao), el torito filigrana (Capito auratus) y el trepatroncos de garganta canela (Dendrexetastes rufigula). También se escucharon el ticotico gorgiclaro (Automolus ochrolaemus), el jacamar orejiblanco (Galbalcyrhynchus leucotis), el trogón coliblanco (Trogon viridis), el hormiguero gris (Cercomacra cinerascens) y la monja de frente negra (Monasa nigrifrons).
Cacao como aliado para la restauración
Silvia Álvarez, coordinadora de Paisajes Sostenibles de WCS Colombia, explica que la presencia de aves indicadoras en los sistemas agroforestales prueba que el proceso que promueve la producción de cacao de conservación puede ser efectivo.
Ella se refiere a que el proyecto ‘Cacao para la Vida’, que es a su vez una iniciativa que hace parte del programa Cacao, Bosques y Paz —estrategia nacional liderada por los ministerios de Ambiente y Desarrollo Sostenible y de Agricultura y Desarrollo Rural, en alianza con el sector privado— está consolidando, poco a poco, una producción de cacao cero deforestación que incluye modelos productivos sostenibles, instrumentos financieros y un sistema de monitoreo y trazabilidad que mejore los medios de subsistencia e ingresos de los agricultores, para que ellos no tengan la necesidad de presionar o talar los bosques naturales para conseguir ingresos económicos y subsistir.
Los sistemas agroforestales también se estarían transformando en un aliado estratégico para la restauración de miles de hectáreas degradas, su conexión con el resto del bosque y el tránsito de reptiles y mamíferos asociados con el entorno. Y en una opción para sustituir cultivos ilícitos por otros lícitos. “Verificar la presencia de las especies indicadoras en una finca, avala que ese sistema agroforestal de cacao está apoyando su cuidado”, dice Silvia Álvarez.
Cosechas con un valor agregado
En los próximos meses, cada uno de los propietarios que participaron en el monitoreo, permitiendo la instalación de las grabadoras —cada una con un alcance de al menos 60 metros de radio sobre las coberturas y con capacidad para guardar al menos unos 288 archivos de audio o fonogramas al día— será informado sobre las aves que fueron halladas en sus terrenos y cómo los sistemas agroforestales a su cargo han aportado a la conservación de esa biodiversidad.
Las grabadoras instaladas en medio de la vegetación tienen un alcance de 60 metros de radio sobre coberturas arbóreas.
José Andrés Morales, coordinador técnico de Comicacao, dice que esta etapa del proceso será muy importante, porque algunos sabrán que a sus tierras llegan muchas especies, pero otros tendrán menos registros y no podrán estar tan satisfechos.
“Estos últimos se verán motivados a aumentar la presencia de algunas aves importantes y que a lo mejor no fueron encontradas en las grabaciones; se animarán de esta forma a perfeccionar el manejo de su trabajo agrícola o destinando más áreas de sus fincas a la conservación”.
Pero, independientemente de los correctivos que será necesario aplicar, José Andrés cree que el mayor aporte que ofrece el monitoreo es que los dueños de los predios podrán tener certeza de cuáles son las aves que resguardan sus tierras y, con ese valor agregado descubierto, darle un valor añadido a su cosecha o al producto final que comercializan.
“Que en la finca de este señor o de aquel productor haya determinadas especies, nos da la oportunidad de hacer una negociación del cacao con mayores beneficios; lograremos presentar un cacao para la conservación que podrá entrar a competir mejor en el mercado, porque será un producto con trazabilidad y diferenciado frente a los cosechados en Chocó u otros departamentos”.
Camilo Loaiza agrega que en los próximos meses el monitoreo llegará a 100 fincas de San Vicente del Caguán. Un ejercicio similar con grabadoras se está desarrollando, paralelamente, en Orito (Putumayo), con el apoyo de la asociación Asoprocao. Allí se instalaron 30 grabadoras, a las cuales se les está haciendo el análisis de datos en este momento. Durante este mes, la idea es comenzar a hacer un registro idéntico en Guaviare, con el apoyo de la Asociación Asoprocacao, en el municipio de Calamar.
En las grabadoras también quedó el registro del trogón coliblanco (Trogon viridis), un ave frugívora.