Por Germán Bernal
Desde su nacimiento en el páramo Nevado del Huila – Moras (Parque Nacional Natural Nevado del Huila), hasta su desembocadura en el emblemático Magdalena, el río Saldaña recorre una cuenca que en el departamento del Tolima abarca cerca de 996.000 hectáreas. A lo largo de sus aproximados 363 km de trayectoria, pasa por 10 municipios dando vida a una amplia diversidad de ecosistemas y proveyendo de agua a la industria, la agricultura, el comercio y el consumo doméstico.

Debido a su importancia, y en razón a ciertas afectaciones que ha sufrido como consecuencia de determinadas actividades productivas, en 2016 nació Río Saldaña – Una Cuenca de Vida, alianza que viene trabajando por su conservación, y que en un inicio fue posible gracias a la participación de WCS, Concretos Argos y Parques Nacionales Naturales de Colombia.
Geográficamente hablando, esta iniciativa ha enfocado sus labores en la parte alta de dicha cuenca, extensa área donde, a partir de los impactos negativos evidenciados, se han estado llevando a cabo -entre otras acciones- procesos de restauración ecológica e intervenciones que buscan hacer de los sistemas agropecuarios más amigables con el ambiente.
¿Por qué trabajar solo en la parte alta de la cuenca? Lina Caro, Coordinadora de Paisajes Sostenibles de WCS Colombia, afirma que incidir en toda la cuenca es una tarea monumental que sobrepasa la capacidad operativa de la alianza.
“Por ello -explica- se analizaron las amenazas existentes y los intereses de los aliados, optando por priorizar la protección del agua que proviene de las partes altas de la montaña. De esta manera, al cuidar estas zonas, atendemos el sistema en su conjunto”. Esto se tradujo en la selección de tres subcuencas que nutren al Saldaña, y en donde se llevan a cabo las debidas intervenciones: nos referimos a los ríos Amoyá, Cucuana y Siquila.
Lina lideró la implementación de esta estrategia desde sus inicios y hasta el 2024. “En un principio nuestra apuesta la proyectamos sólo a 6 meses. Sin embargo, y a medida que fuimos avanzando, identificamos más necesidades y nuevas acciones por atender. Gracias a una fructífera gestión, se unieron la Fundación Grupo Argos y Cortolima, y con el correr del tiempo también se consiguió el respaldo de organizaciones como la Fundación Franklinia, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, la Agencia Presidencial de Cooperación Internacional de Colombia, la Fundación Alto Magdalena y Hocol”, recuerda. La alianza incluye, por supuesto, la participación activa de las comunidades locales.
De esta forma, esos seis meses iniciales se extendieron por más de 9 años de trabajo, temporalidad que Germán Rodríguez, jefe del Parque Nacional Natural Las Hermosas - Gloria Valencia de Castaño, resalta como algo clave, “pues es fundamental entender que no podemos actuar de manera aislada. Por eso nos propusimos generar colaboraciones que permitieran impactar de manera más efectiva en un territorio que lo necesita. En conjunto con la comunidad, buscamos asegurar la continuidad de los servicios ecosistémicos de la cuenca, de los cuales todos dependemos”.
Aliados con la gente
Llegar hasta estas subcuencas no fue una tarea fácil. Además de la lejanía y el difícil acceso a las cumbres de la cordillera Central, estos territorios llevan consigo una historia marcada por la adversidad. Danilo Bravo -quien fungió hasta hace poco como subdirector de Planificación Ambiental y Desarrollo Sostenible en Cortolima-, comenta que “al principio hubo un choque con la comunidad, ya que estuvimos ausentes durante años debido a la violencia que ha afectado a esta región. Con la alianza empezamos a romper esa prevención y a ganar más y más confianza por parte de la gente”.

Esa confianza, precisamente, hoy se ve reflejada en la suscripción de numerosos acuerdos voluntarios de conservación firmados por parte de varias familias campesinas que viven en esas tres subcuencas, mismas que pertenecen a los municipios de Chaparral (río Amoyá), Roncesvalles (río Cucuana) y Planadas (río Siquila).
“Cuando llegamos al territorio, una de las cosas más difíciles fue concertar y negociar con las personas para que entendieran por qué es importante intervenir las prácticas productivas y propiciar mejores condiciones para los recursos naturales. Sin embargo, hoy en día, son los mismos pobladores quienes se acercan a nosotros porque están interesados en establecer y firmar dichos acuerdos”. Estas alentadoras palabras son de Fanny González, Especialista en Áreas de Conservación y coordinadora actual de la alianza desde WCS Colombia.
Al ser voluntarios, los acuerdos representan un compromiso libre, basado en la convicción sobre los beneficios ambientales. Las instituciones ponen al servicio de la comunidad recursos materiales y humanos para llevar a cabo intervenciones que incluyen la siembra de especies nativas y amenazadas, el aislamiento de fuentes hídricas y de áreas de bosque, así como procesos de ganadería sostenible y tratamiento de las aguas mieles del café y residuales, entre otros.

A su vez, los firmantes se comprometen a mantener en sus predios las áreas de bosque y a proteger las fuentes de agua. Participan, además, en diversas actividades de capacitación que brindan los conocimientos necesarios para garantizar la sostenibilidad de estos procesos de conservación a largo plazo.
A la fecha, ya son 72 los acuerdos voluntarios suscritos por propietarios de fincas en estas tres comunidades de la cordillera Central. Aunado, tres pedios de Cortolima también han sido intervenidos con algunas implementaciones, y 15 familias han recibido el respectivo acompañamiento para registrar sus tierras como Reservas Natural de la Sociedad Civil (RNSC) u Otras Medidas Efectivas de Conservación Basadas en Áreas (OMEC). En total, todo este conglomerado abarca 9499 hectáreas que ya están protegiendo la riqueza hídrica, ecosistémica y la biodiversidad de ese rincón en el Tolima andino.
Sostener la sostenibilidad
Para María Camila Villegas, directora de la Fundación Grupo Argos (FGA), “lo valioso de esta alianza es la integralidad. En sus propias palabras, “ninguno de los componentes, por sí solo, puede resolver la problemática de la seguridad hídrica, sino que se complementan. Aquí lo que estamos buscando, a diferentes niveles, es la seguridad hídrica de la región”.
Catalina Gutiérrez, directora de WCS Colombia, lo confirma: “de todas nuestras iniciativas, esta es la que mejor representa la articulación de los componentes que requiere el trabajo a escala de cuencas, y logra integrar diferentes aspectos para la conservación del recurso hídrico”. Esto implica, por ejemplo, que al tiempo que se están desarrollando procesos de restauración ecológica, se incide en las prácticas productivas para mitigar la contaminación de las fuentes de agua.

Tal vez a eso se deba que los pocos meses de trabajo pactados inicialmente se hayan convertido en más de 9 años. Andrea Narváez, profesional ambiental en Concretos Argos para la zona centro del país, afirma sin titubeos: “¡Superamos las expectativas!”. Y añade: “Este proyecto, que comenzó con unos sueños puntuales, fue obteniendo, con el paso del tiempo, grandes beneficios no solo para las comunidades humanas, sino, también, para la fauna, la flora y los ecosistemas en general. Esto propició que todos los aliados volviéramos a firmar el convenio y que lo renováramos por 5 años más, a partir del 2024”.
Con ello se podrá incrementar el número de acciones de conservación y la extensión del área donde se llevan a cabo las diferentes intervenciones. Además, mantendrá otros beneficios para las personas que habitan en esos territorios, como los procesos de comunicación y educación ambiental y las prácticas de saneamiento básico.
En relación con esto último, María Camila Villegas explica: “hemos incorporado algunas estrategias que la Fundación Grupo Argos (FGA) ya venía implementando en otros lugares de Colombia, y con las que buscamos proporcionar a las comunidades acceso a un agua segura y limpia”. En consonancia, la alianza ha situado 337 filtros de arcilla en viviendas rurales para potabilizar el agua de consumo humano. Y también ha instalado dos árboles de agua (torres que almacenan el líquido filtrado) para abastecer a una población de hasta 2000 personas con cada uno de ellos.

En el ámbito educativo, además de las capacitaciones en las que participan los firmantes de los acuerdos voluntarios de conservación, el programa “Verde Vivo” viene implementando en las instituciones educativas de la región una estrategia donde estudiantes y docentes lideran buenas prácticas ambientales.
Adicionalmente, e inspirado en los Ecoparches de Parques Nacionales Naturales de Colombia, la alianza creó un colectivo de comunicación local llamado Amosiqui. Este colectivo, que es integrado en su totalidad por personas de la ruralidad tolimense, genera contenidos divulgativos en diferentes formatos con los que se hacen distintos llamados a la conservación de los recursos naturales.

A la fecha, Amosiqui ha producido 6 periódicos murales, 8 cuñas radiales, una exposición itinerante con 24 ilustraciones de la flora y la fauna representativa de los ecosistemas cordilleranos, dos murales y una serie tipo podcast que pronto será estrenada.
Lograr en la permanencia del tiempo que una estrategia como esta sea sostenible, requiere profesionalismo y un presupuesto enorme. Las instituciones aliadas coinciden en que continuar con esta iniciativa es un desafío que bien vale la pena asumir. Lina Caro expresa su emoción al recordar que “uno de los momentos cumbre durante esta experiencia fue cuando escuché a los propietarios de los predios hablar, con absoluta convicción, sobre la importancia de la conservación y sobre el buen impacto que se está logrando al hacer todo esto”.
Podemos decir, entonces, que el río Saldaña es vida de principio a fin, y que hoy tiene a su lado un “río de gente” cuidando la salud de su cuenca y la de su bello caudal.
* Río Saldaña – Una cuenca de Vida es una alianza público-privada entre la Fundación Grupo Argos, Concretos Argos, Parques Nacionales Naturales de Colombia, Cortolima y WCS.