Pensados generalmente para grandes mamíferos, un estudio publicado en Journal of Insect Conservation y liderado por Catalina Gutiérrez, directora de WCS Colombia, explica que las franjas de bosques también ayudan a estos insectos a sobrevivir en paisajes productivos, donde el bosque ha sido fragmentado.
El hábitat de muchos animales se ha reducido y desconectado por las diversas actividades y necesidades del hombre. Como consecuencia, las poblaciones de animales también se han desconectado, lo que implica alto riesgo para su supervivencia, debido a problemas de endogamia (reproducción entre parientes) o poca disponibilidad de alimento. Conectar esas poblaciones en territorios intervenidos por el hombre es el objetivo principal de los corredores biológicos.
En el caso de los animales para los cuales el bosque es su hábitat, los corredores biológicos suelen ser diseñados como franjas de bosque que conectan las grandes áreas que aún persisten. Estos “puentes” han sido generalmente pensados para el uso de vertebrados como mamíferos y algunas aves que raramente salen del bosque, y no solo sirven como sitios de paso “seguros”, sino también como áreas donde pueden suplir algunas de sus necesidades de alimento y refugio.
Y aunque no hay consenso sobre si esos corredores son ciento por ciento efectivos para asegurar la supervivencia de vertebrados, tampoco se conocían muchos datos sobre si, a su vez, pueden favorecer a insectos como las abejas.
Una investigación liderada por Catalina Gutiérrez y publicada en Journal of Insect Conservation, aclara parte de esa incertidumbre, al concluir que una gran diversidad de abejas típicas de bosques también los usa, y por lo tanto, son importantes para su sostenimiento en territorios donde los bosques han sido fragmentados.
Evaluando los corredores de Barbas-Bremen
La investigación fue titulada —‘Biological corridors as important habitat structures for maintaining bees in a tropical fragmented landscape’— y en ella también participaron Alexandra María Klein, de la facultad de Recursos Naturales de la Universidad de Freiburg (Alemania), y Carlos Valderrama, de la facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas de la Universidad del Rosario (Bogotá). Se realizó en el Distrito de Conservación de Suelos Barbas - Bremen, en Filandia (Quindío).
Allí, el Instituto Alexander von Humboldt lideró hace 13 años el establecimiento de cinco corredores biológicos para conectar los bosques de Barbas y Bremen. Para lograr la conexión física a lo largo de estos corredores, fue necesario restaurar el bosque en algunos sectores convertidos en potreros, para lograr así las franjas que conectarían a los bosques y a sus animales.
“Para evaluar la relevancia de estos corredores para las abejas, se compararon las especies encontradas en los grandes bosques (Barbas y Bremen), con aquellas en los corredores (tanto los sitios naturales como los restaurados) y en los potreros. En el caso de no encontrar diferencias en cuanto al número de especies y los tipos de abejas, sería un indicio de que las abejas usan indistintamente cualquiera de estas áreas y que los corredores tendrían una relevancia limitada”, explica Catalina Gutiérrez.
En total, se recolectaron 658 abejas de 41 especies, entre las que figuraron las abejas nativas sin aguijón y las abejas de las orquídeas, entre otras. De ese total, 32 especies se encontraron en los grandes bosques, 24 en los corredores (22 en los sectores naturales y 14 en aquellos restaurados) y solo 8 especies en los potreros.
No solo se encontró una mayor riqueza de especies en los bosques y corredores en comparación con los potreros, sino también diferencias en los tipos de las abejas.
En particular, los corredores estarían jugando un papel muy importante para las abejas nativas sin aguijón (llamadas angelitas o meliponas), al brindarles sitios para hacer sus nidos (cavidades en troncos de árboles o raíces) y una variada y constante oferta de flores para alimentar su numerosa prole. Así, los corredores estarían conectando las poblaciones de abejas de Barbas y Bremen que de otra manera estarían desconectadas por los potreros.
Sin embargo, el estudio también encontró que los sectores restaurados aún no albergan la misma diversidad de abejas que lo sitios naturales. Esto demuestra que los procesos de restauración pueden tomar mucho tiempo y que requieren de seguimiento constante para lograr su objetivo.
Los polinizadores, entre ellos las abejas, son cruciales para los humanos puesto que más de las tres cuartas partes de los principales cultivos del mundo dependen en cierta medida de su labor. A pesar de esto, sus poblaciones se han visto dramáticamente disminuidas por la deforestación, el uso indiscriminado de pesticidas, cambios en los usos de los suelos, pérdida de sitios de anidación y recursos florales. Así, los corredores biológicos y otras medidas que ayuden a contrarrestar esas amenazas son fundamentales para asegurar no solo su supervivencia, sino también la nuestra.