Por: Javier Silva
Doce familias de la vereda, situada en Orito, han recuperado algunas hectáreas de cultivos de café, un producto poco tradicional en este sector del Putumayo. Hay muchos propósitos en juego.
“Nada se compara con la legalidad”, dice Carlos Viera.
¿Por qué lo dice? Es innegable que las necesidades económicas llevan a que muchas personas tengan que acudir a actividades no formales, con la única intención de sobrevivir.
Carlos fue uno de ellos. Sembró hoja de coca, que vendía a ‘buen precio’ y que le permitía cubrir sus necesidades. “Pero ponía en peligro mi vida y la de mis hijos”, cuenta.
Sin dar muchos más detalles, este hombre se cansó de las incertidumbres que incluía la ilegalidad y decidió sustituir ese cultivo por uno mucho más estable y noble para su conciencia: la siembra de café.
Otras personas se le unieron en este propósito, aunque con un antecedente diferente: todas ellas habían sido cultivadores del grano en otra época, hace años, pero el paso del tiempo y la falta de capacitación las llevó a perder el entusiasmo. Hoy, ya son 12 habitantes de la vereda El Líbano, en Orito (Putumayo), involucrados en esta actividad, ahora con una visión más optimista frente al futuro.
Aprovechan la ubicación geográfica
No había sido usual sembrar mucho café en la zona. Allí siempre han sobresalido otras actividades agrícolas, como el plátano, la yuca, la caña panelera o la caña de azúcar; también la ganadería. El grano era escaso y tangencial.
Sin embargo, está nueva oportunidad nace como parte de las estrategias impulsadas por el *Proyecto Vida Silvestre (PVS), iniciativa que trabaja en esta parte del país, así como en el Magdalena Medio y los Llanos Orientales, por la conservación de especies de flora y fauna bajo algún grado de amenaza.
Carlos Saavedra, gerente del PVS, explica que teniendo en cuenta que hay cultivadores que habían tenido experiencia trabajando el grano (mucho antes de la llegada del Proyecto a la región), lo que se está haciendo ahora es un acompañamiento para que se mejoren las técnicas de recolección y de manejo agronómico de todas las labores y se logre un mejor tratamiento del suelo y del secado, entre otras cosas.
Juan Jesús Erira, tecnólogo forestal de WCS y encargado de dirigir la implementación de este proyecto productivo, agrega que El Líbano tiene condiciones climáticas óptimas para el desarrollo cafetero, ya que se encuentra en todo el piedemonte amazónico, es decir, donde convergen la Amazonia y la región Andina.
100 kilos mensuales, en promedio
Dice Erira que la actividad tiene varios propósitos. Uno de ellos busca darles oportunidades económicas novedosas a las comunidades, con las que ellas puedan obtener ingresos adicionales.
Además, los cultivos de café se convierten en una estrategia para que las personas puedan aprovechar mejor sus siembras y eviten extenderlas más allá de un área delimitada, un hecho que podría tener consecuencias negativas para el bosque aledaño a sus fincas.
Hoy, la productividad se está consolidando. Leydi Yurani Jiménez, profesional de WCS que apoya la parte técnica de esta labor, dice que cada persona (o familia) está recolectando un promedio de 80 a 100 kilos mensuales de café pergamino.
Ellas están realizando el secado y el tostado artesanal para el consumo interno o para venderlo a comerciantes de la región.
Leydi explica que se tiene la intención de consolidar una cosecha permanente, que permita pensar a mediano plazo en una comercialización formal como café de origen y orgánico de alta calidad, que compita, de alguna manera, con los cafés que se producen tradicionalmente en los alrededores de Mocoa y Villa Garzón, municipios del Putumayo tradicionalmente cafeteros.
Cultivos apoyan restauración del bosque
Carlos Viera trabaja hasta el momento con 2500 plantas, aunque él dice que la idea es sembrar otro tanto para completar 5 mil. En su caso, cada una de las cosechas ha sido comercializada entre compradores de Pitalito, en Huila. “Estoy metido de lleno. Hasta el momento el café ha sido muy bien recibido. Nosotros no usamos químicos, solo abonos basados en estiércol, melaza, leche, todos creados por nosotros mismos”, cuenta. Él dice que una carga del grano (125 kilos) puede llegar a pagarse en 2 millones 600 mil pesos.
Carlos y el resto de las familias también están sembrando árboles o plantas nativas que apoyan los cultivos con sombrío, pero que adicionalmente se transforman en vegetación que, poco a poco, irá construyendo un corredor biológico para la fauna.
Paralelamente a esta iniciativa productiva, se están desarrollando otras dos enfocadas a asesorar a campesinos dedicados a producir caña panelera y cacao, este último un producto mucho más arraigado en la región.
*El Proyecto Vida Silvestre, iniciativa liderada por Ecopetrol, el Fondo Acción y WCS, trabaja por la conservación de 15 especies (doce de fauna y tres de flora). Lo hace en tres paisajes de Colombia: los Llanos Orientales, el Magdalena Medio y el Piedemonte Andino-Amazónico (Putumayo).