Por: Javier Silva
En un gesto solidario y único en Colombia, comunidades del Magdalena Medio monitorean al pez, en peligro de extinción, y evitan capturarlo en su época reproductiva (candeleo), así como durante las vedas decretadas por la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (AUNAP).
La preocupación por el futuro del bagre rayado (Pseudoplatystoma magdaleniatum) es general.
Grupos de pescadores, ambientalistas y funcionarios estatales saben que es necesario actuar cuanto antes para tomar medidas y evitar la desaparición de este emblemático pez del Magdalena Medio y que solo vive en esta parte del mundo (endémico para Colombia).
Entre esas decisiones que apoyan directamente a la especie la ha tomado desde hace años la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap), que ha impuesto dos temporadas de veda o de prohibición para su pesca a lo largo del año y en toda esta región del país, que incluye a los ríos Cauca y San Jorge. Una de ellas se extiende durante los 31 días de mayo. Y la segunda está vigente en este momento, ya que rige entre el 15 de septiembre y el 15 de octubre.
Hasta ese día nadie podrá capturarlo, ni comercializarlo y tampoco transportarlo. Quien lo haga, se expondrá a ser procesado por el delito de actividad ilícita de pesca, según el Artículo 38 de la Ley 1453 de junio del 2011.
La elección de estas fechas no es accidental o arbitraria. Se han escogido porque se logró establecer, con ayuda científica, que por esos días el bagre desova y se reproduce, momento que se denomina popularmente como ‘candeleo’.
Pero se sabe que el bagre no responde a calendarios, sino a condiciones ambientales y climáticas especiales, y por eso dicho candeleo a veces puede desarrollarse no exactamente en esas fechas o cuando las atarrayas están activas y los pescadores no han suspendido sus faenas. Esto implicaría interrumpir y atravesarse involuntariamente en medio de esa reproducción necesaria para la estabilidad del pez, que se encuentra ‘En Peligro Crítico’ de extinción, según el Libro Rojo de los Peces Dulceacuícolas de Colombia, entre otras cosas por la sobreexplotación de sus poblaciones y los daños continuos a las ciénagas o cuerpos de agua que han sido históricamente sus salacunas.
Pescadores motivan restricción de la pesca
Por eso, el *Proyecto Vida Silvestre (PVS), con el liderazgo de la Fundación Humedales, ha trabajado desde hace algunos años con asociaciones de pescadores (Asopesbocar, Asopezchucurí y Asodesba, principalmente) precisamente para que independientemente de las decisiones oficiales, ellos respeten no solo la veda programada, sino el candeleo, así este se desarrolle en un momento diferente a esa restricción estatal fijada de antemano por la Aunap.
Mauricio Valderrama, director de Fundación Humedales, explica que esto último se logró por primera vez en 2019, cuando paralelamente a las vedas tradicionales o normativas, se programó una veda adicional por candeleo, a través de la resolución 2367 del 18 de octubre, en áreas de influencia de las veredas Bocas del Carare, del municipio de Puerto Parra, y San Rafael de Chucurí, de Barrancabermeja (Santander), una gran porción geográfica que incluye a las ciénagas Chucurí Aguas Negras, El Clavo, Chucurí Aguas Blancas y La Colorada. Todo esto a petición de la misma comunidad y luego de un monitoreo realizado por habitantes de la región.
Walfran Martínez, actual presidente de la Asociación de Pescadores de San Rafael de Chucurí (Asopezchucurí), explicó que en ese 2019 se comenzaron a observar candeleos desde el 9 de octubre (seis días antes del comienzo de la veda normativa u oficial). Él dice que el río Magdalena y algunos de sus afluentes incrementaron su nivel y velocidad, condiciones necesarias para que la reproducción del bagre se realice.
Debido a este diagnóstico, en el que también participaron integrantes de la Asociación de Pescadores de Bocas del Carare (Asopesbocar), representados por Pedro Nel Fuentes, se fijó una veda entre el 21 de octubre y el 4 de noviembre, es decir, catorce días más de prohibición para la pesca.
2022, un año atípico
Este año se vivió una situación especial. Las condiciones ambientales y climáticas llevaron a que el río subiera su nivel en diferentes momentos, lo que produjo candeleos cortos e intermitentes en diferentes meses, que también fueron monitoreados por las comunidades.
Frente a esa situación, tal vez incierta y con momentos de reproducción del pez poco sostenidas o prolongadas, las asociaciones de pescadores decidieron “asumir la veda tradicional”, cuenta Valderrama, y entonces respaldaron la que siempre es fijada por la Aunap en el segundo semestre (15 de septiembre a 15 de octubre), actualmente en vigencia. “No podemos declarar una veda adicional o por candeleo, si este momento de reproducción no tiene una continuidad en el tiempo”, explicó el experto.
Hoy nadie está pescando bagres. Por eso, los pescadores de las asociaciones mencionadas, con el apoyo de WCS y Fundación Humedales, comenzarán a trabajar en adecuación, limpieza y reforestación de algunas zonas de pesca, desde el primero de octubre. Ellos recibirán pagos por la labor, con tal de que compensen de alguna forma los ingresos perdidos al suspender sus actividades.
“Todo lo anterior es un trabajo piloto, único en el país, en el que la participación de las comunidades es determinante”, agrega Valderrama.
Pedro Nel Fuentes dice que ver o escuchar una ‘candelada’, momento en que las hembras y machos del bagre entran en contacto y el agua del río se agita, no es frecuente en estos tiempos de escasez. Pero reconoce que hay instantes en los que la abundancia reaparece, así sea parcialmente, momentos que probarían que la recuperación de este pez emblemático podría estar dando los primeros resultados. “Por ejemplo, ahora caen en las redes muchos bagres pequeños, que devolvemos al agua, algo que hace años atrás no era usual. Esto es bueno, al menos es un aliciente para seguir adelante”.
¿Cuándo podría programarse otra veda, para cuidar los desoves de esta especie única y ayudar a su recuperación? La comunidad es la que tiene ahora la última palabra.
*El Proyecto Vida Silvestre, iniciativa liderada por Ecopetrol, el Fondo Acción y WCS, trabaja por la conservación de 15 especies (doce de fauna y tres de flora). Lo hace en tres paisajes de Colombia: los Llanos Orientales, el Magdalena Medio y el Piedemonte Andino-Amazónico (Putumayo).