Por Germán Bernal
En la laguna de Páez, sobre la cordillera Central al nororiente del departamento del Cauca, cada año al finalizar diciembre, indígenas del pueblo Nasa Çxhãçxha, realizan un ritual de cambio de gobierno: “Lavar la vara”. Consiste en el traspaso de bastones de mando entre los cabildantes salientes y los que llegan. En este lugar, al que consideran sagrado, las nuevas autoridades indígenas toman posesión simbólica de sus cargos que luego formalizan frente a la institucionalidad del municipio de Páez. Este rito, que se realiza en inmediaciones del Parque Nacional Natural Nevado de Huila, evidencia el fuerte vínculo entre esta comunidad, el territorio y la naturaleza a la que honra y respeta.
Los Parques Nacionales Naturales (PNN) son áreas protegidas que albergan enormes riquezas y resguardan en sus territorios ecosistemas valiosos. Un abanico biodiverso de especies de fauna y flora que contribuye a la preservación del agua y al equilibrio climático, entre otras bondades. Son, además, zonas con gran importancia simbólica y cultural para las comunidades aledañas, como se evidencia en el ritual ancestral que los indígenas Nasa realizan año a año en una de ellas. Su valor ambiental y cultural es enorme, pero frágil.
A la fecha, en Colombia, han sido declaradas 64 protegidas de carácter nacional; pero, además, existen otras de orden regional o privadas. Entre las nacioales se incluyen Parques Nacionales Naturales, Santuarios y Distritos Nacionales de Manejo Integrado. De acuerdo con Parques Nacinoales Naturales de Colombia, la unidad administrativa especial encargada de velar por su bienestar, estas áreas protegidas se encuentran organizadas. en 6 reginoes: Amazonia con 11; Andes Nororientales que tiene 8; Andes Occidentales, 12; la región Caribe alberga a 15, la Orinoquia a 7 y la región Pacífico a 11.
Pese a que son territorios imponentes e imprescindibles para conservar la vida, se encuentran amenazados por diversas actividades como la ampliación de las fronteras agropecuarias, la minería, la caza y la deforestación, entre otras. Ante este panorama, el proyecto Río Saldaña, Una Cuenca de Vida*, a través de una alianza interinstitucional, desarrolla una estrategia que busca mitigar algunos impactos negativos sobre los Parques Nacionales Naturales Nevado del Huila y Las Hermosas Gloria Valencia de Castaño. Ambos en la región Andes Occidentales de la cordillera Central al sur del Tolima.
Zona amortiguadora
El recurso hídrico es, sin duda, abundante en estos territorios. Según Germán Alberto Rodríguez Penagos, jefe del PNN Las Hermosas Gloria Valencia de Castaño, “en él se halla el subsistema del macizo colombiano, del cual depende más o menos el 70 % del agua dulce del país”. Pero, además, su importancia también radica en el hecho de que éste permite la conexión entre dicho subsistema y otro de gran relevancia para la región, el del eje cafetero.
“En palabras coloquiales, este parque podría llegar a ser como el ombligo de esta región central; si no estuviera allí, la conectividad entre la parte norte de la cordillera y el sector sur de la misma no sería tan viable”, añade Germán Rodríguez. Dicha conexión constituye un gran corredor biológico y posibilita el tránsito de especies de fauna que requieren grandes territorios para su bienestar. Además, favorece la sostenibilidad de la biodiversidad al contrarrestar la fragmentación de los bosques.
El PNN Nevado del Huila, por su parte, también es un gran proveedor de agua. De acuerdo con Antonio Andrade, técnico desde hace 32 años en este parque, “allí lo que se produce es sistema hídrico; en el parque nacen 7 ríos grandes que desembocan, bien en el Magdalena o en el Cauca. Surten varias represas que generan energía a nivel nacional. Allí nace el río Páez, que es uno de los más grandes. Hacia el Tolima corre el Saldaña, un río grande que, entre otras cosas, riega las arroceras del departamento”.
El PNN Las Hermosas Gloria Valencia de Castaño, además, tiene en su haber el nacimiento de 402 lagunas. Una cifra que, en términos cuantitativos resulta impactante y en términos cualitativos, invaluable. Mantener vitales estos ecosistemas no es algo que deba dejarse al azar, teniendo en cuenta los diferentes tipos de amenazas a los que están expuestos. Por esto es necesario tomar medidas que mitiguen su impacto.
Una de las estrategias que se trabajan para reducir los factores amenazantes es la intervención en la zona amortiguadora. Parques Nacionales Naturales de Colombia la define, grosso modo, como un área externa, contigua a las zonas protegidas. En el Manual para la delimitación y zonificación de zonas amortiguadoras, publicado en el año 2008, la entidad especifica, además, que “tienen un régimen de uso y manejo diferente, por ello no se puede considerar como la ampliación de las restricciones que existen al interior de las áreas protegidas”.
La consolidación de una zona amortiguadora se concibe entonces a través de un proceso de negociación y establecimiento de acuerdos entre los actores institucionales y sociales presentes en ella. En este sentido, la articulación con la comunidad vecina a los parques es fundamental y requiere la concertación para el diseño de planes de manejo ambiental.
Mayor conciencia ambiental
Precisamente, la zona amortiguadora se concibe como una barrera para impedir que amenazas como la tala, la cacería o la expansión agropecuaria alcancen los límites de los Parques Nacionales Naturales. Sin la voluntad proteccionista de la comunidad aledaña, no podría consolidarse. El proyecto Río Saldaña, Una Cuenca de Vida, opera como mediador y presta asistencia técnica a las y los propietarios que voluntariamente acuerdan establecer planes de acción y manejo ambiental.
Tal es el caso de Las Brisas, una finca en el corregimiento de San José de Las Hermosas, municipio de Chaparral y aledaña al PNN Las Hermosas Gloria Valencia de Castaño. Milton Suárez, su propietario, explica que, como él, otros vecinos han adquirido mayor conciencia ambiental durante los últimos años: “uno creía que la conservación se hacía solamente en el páramo, pero ahora cuidamos también el bosque contiguo. Mucha gente pensaba que los potreros había que dejarlos limpios, sin mucha sombra. En los nacimientos dejábamos poco margen de monte para obtener mayor extensión de tierra para la ganadería. Pero ahora hemos cambiado esa forma de pensar”.
Si bien, la mayoría de estas fincas se dedican a actividades productivas como la ganadería, también mantienen porcentajes significativos de bosque y son territorios ricos en recurso hídrico, por lo que es común que en algunos haya nacimientos de agua. Las Brisas tiene 54 hectáreas de extensión y 30 de ellas son bosques. Conservar estos recursos naturales y fortalecerlos es parte de los acuerdos que los propietarios establecen de manera voluntaria.
Así mismo, Marlene Leyton es propietaria de una finca de más 200 hectáreas, de las cuales destina 15 a la ganadería, 1 al cultivo de hortalizas y las restantes son bosque. Su predio se halla en la vereda Siquila del corregimiento de Bilbao, municipio de Planadas, junto al Parque Nacional Natural Nevado del Huila. Al igual que don Milton, ella considera que debe conservar estos terrenos boscosos por su valiosa contribución con los ecosistemas de la zona.
La concertación con las y los propietarios de predios vecinos a los parques nacionales naturales ha sido un instrumento valioso para la protección de los ecosistemas. Al Igual que Marleny o Milton, otros campesinos han establecido acuerdos para la conservación de áreas de bosque, la protección del recurso hídrico y la implementación de sistemas de producción sostenible, en las zonas amortiguadoras. A cambio de conservar, reciben apoyo para el desarrollo de prácticas como la ganadería sostenible, minimizando, de esta manera, su impacto sobre la biodiversidad.
La permanencia de especies de fauna como el tigrillo y el oso de anteojos, entre otras, y del roble o el cedro negro –especies arbóreas amenazadas que aún subsisten en estos parques– depende en mucho, de los planes de conservación que se establezcan. Tener vecinos aliados es fundamental y por eso, las palabras de Marleny Leyton resultan esperanzadoras: “El parque Nevado del Huila, para mí no solo es mi vecino, sino que es también la nevera de la región, refrigerador de nuestra tierra. Lo he visto toda la vida y tengo mucha conciencia sobre la importancia de los animalitos porque de ellos depende la propagación de la semilla; si no hay árboles no hay agua, si no hay agua o no hay oxígeno en nuestra zona, ¿qué podemos cultivar?”
* Río Saldaña – Una cuenca de Vida es una alianza público-privada entre la Fundación Grupo Argos, Concretos Argos, Parques Nacionales Naturales de Colombia, Cortolima y WCS. Este año contó con el apoyo de APC-Colombia.