Por Carolina Obregón Sánchez
Desde su lanzamiento esta publicación se ha convertido en una herramienta de generación de conocimiento y sensibilización sobre 23 de las especies más representativas de esta región.
“Enclavada en las montañas del sur del Tolima, un rincón mágico de Colombia, se oculta una verdadera joya de la biodiversidad. A través de densos bosques y ríos serpenteantes, se despliega una enorme riqueza de plantas que atesoran historias de tiempos lejanos y nos brindan recursos invaluables”. Así es la invitación que en sus primeras páginas nos hace Un vistazo a las plantas emblemáticas del sur del Tolima, publicación protagonizada por 23 especies botánicas que habitan en esa geografía del país.
Este trabajo, que nació como parte de la alianza “Río Saldaña – Una Cuenca de Vida” *, y que contó con el apoyo de la Fundación Franklinia, se divide en tres secciones: la primera, dedicada a las gimnospermas; la segunda, a las angiospermas; y la tercera, a las flores de algunos jardines de la zona. Su contenido, bellamente diagramado, se expresa como una guía fotográfica que, además de resaltar una fracción de la riqueza florística del Tolima andino y altoandino, familiariza al lector con ciertos términos científicos que son claves para identificar a estas y a otras plantas, todas esenciales para la vida de los bosques.
De hecho, siete de las especies que se presentan en esta publicación, y que por muchos años se talaron afectando múltiples servicios ecosistémicos, están siendo recuperadas por el mencionado proyecto. Lo anterior, a partir de varios procesos de restauración ecológica en los que también han estado participando, activa y comprometidamente, las comunidades locales.
Plantas emblemáticas
Las gimnospermas son plantas muy ancestrales. Ellas nos transportan a la era de los dinosaurios, y se caracterizan porque no tienen flores, es decir que sus semillas crecen desnudas, sin un fruto que las proteja. Las secuoyas, los árboles más altos del mundo; las coníferas (como los pinos), que proveen madera y celulosa; y el Ginkgo biloba, que ha sido usado desde tiempos milenarios como medicina, forman parte de este grupo.
A su vez, las angiospermas se caracterizan por tener flores y frutos vistosos que atraen animales e insectos, convirtiéndolos así en oportunos polinizadores y dispersores de semillas. Este amplio grupo botánico también incluye arbustos, bejucos y plantas herbáceas, muchas de ellas proveedoras de fibras, maderas, cereales, verduras, frutas, pigmentos o medicinas. Entre las angiospermas encontramos a la palma de cera, la palma de ramo, el encenillo, el roble, la hortensia de monte y el higuerón.
Según Selene Torres Rodríguez, Líder de Restauración Ecológica de WCS Colombia, y autora de la cartilla, es por su larga historia de vida que estas especies se consideran emblemáticas. “Las gimnospermas y angiospermas evolucionaron por millones de años y siguen acá. Con su presencia o ausencia nos indican el grado de conservación de los ecosistemas. Por eso son especies muy valoradas a nivel nacional y mundial. Si las perdemos, provocaremos un desequilibrio ecológico”.
Finalmente, Un vistazo a las plantas emblemáticas del sur del Tolima también abre una pequeña ventana para mirar algunas flores de jardín. Margaritas, azucenas, astromelias, cartuchos, novios y petunias, están entre esas vistosas y delicadas plantas que, en muchos casos, adornan los entornos de las casas campesinas en esos parajes cordilleranos tolimenses. Selene añade: “ellas cumplen un papel muy importante, pues es en esos jardines donde algunas aves también encuentran su alimento y su refugio. Con esta sección, quisimos hacer un tributo a la esmerada labor que muchas mujeres campesinas hacen cuidando esos bonitos y coloridos espacios”.
Rehabilitar los bosques
Aunque los ecosistemas del área donde trabaja “Río Saldaña – Una Cuenca de Vida” cuentan con relictos de bosques andino y altoandino que se encuentran en buen grado de conservación, varias especies que aún subsisten allí se encuentran en diferentes grados de amenaza y riesgo de extinción, especialmente por la tala descontrolada que durante décadas se practicó.
Entre esas especies, y como parte de las gimnospermas, traemos a colación al pino romerón (Podocarpus oleifolius), al pino chaquiro o diablo fuerte (Prumnopitys montana) y al pino hayuelo o silvestre (Retrophyllum rospigliosii). Por su parte, entre las Angiospermas aludimos a la palma de cera (Ceroxylon quindiuense), al roble (Quercus humboldtii), al cedro negro o cedro nogal (Juglans neotropica) y al cedro de montaña o cedro rosado (Cedrela montana). Algunas de estas especies han sido propagadas o rescatadas en viveros locales, en donde se cuidan hasta que tienen condiciones óptimas para ser sembradas bajo el enfoque de rehabilitación ecológica.
Selene explica que con dichos procesos de rehabilitación se busca aportar valor ecológico a estas áreas que han sido históricamente degradadas. “No solo se trata de recuperar los bosques donde habitan estas y otras especies -afirma la bióloga-, sino, además, que estos sean funcionales para las comunidades locales, quienes dependen de los mismos en razón a los servicios ecosistémicos que prestan”.
Entre los desafíos más complejos de estos procesos restaurativos, cabe mencionar el rescate de plántulas y semillas sanas de aquellas especies botánicas que fueron sobreexplotadas en el pasado, y que hoy se requieren para su posterior germinación o crecimiento. Su abundancia es poca, y, por ende, hallarlas significa todo un esfuerzo.
En este punto, los viveros son un eslabón altamente estratégico. “Ellos son un recurso clave en la restauración ecológica, pues es allí donde se dan los primeros pasos hacia la propagación exitosa del material vegetal”, explican Michelle Barragán y Ángela Hernández, ambas oriundas de Roncesvalles y quienes hoy hacen las veces de viveristas en el proyecto.
En resumen, y luego de poco más de tres años desde que comenzó esta compleja misión botánica en suelo tolimense, el proyecto ha logrado, en términos de restauración vegetal, lo siguiente:
- Rescatar 3825 plántulas: 23 de cedro negro/nogal, 2862 de cedro de montaña/rosado, 23 de pino romerón, 91 de roble, 817 de palma de cera y 9 de pino hayuelo/silvestre.
- Sembrar 5127 plantas: 3508 de cedro de montaña/rosado, 871 de cedro negro/nogal, 619 de palma de cera, 105 de roble, 19 de pino romerón y 5 de pino hayuelo/silvestre.
- Concertar 979 hectáreas de bosque bajo acuerdos de conservación con la comunidad local.
- Destinar 48 hectáreas para la siembra de especies amenazadas.
- Disminuir el pastoreo en 1027 hectáreas.
- Georeferenciar 849 plantas de ocho especies: 336 de cedro negro/nogal, 266 de cedro de montaña/rosado, 195 de roble, 19 de pino romerón, 19 de palma de cera, 10 de pino hayuelo/silvestre, 12 de pino chaquiro o diablo fuerte y 2 de cedro rojo (Cedrela odorata) que si bien no se reporta la publicación, es una especie que se distribuye en gran parte del país y se encuentra en estado vulnerable según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Se cuida lo que se conoce
Un vistazo a las plantas emblemáticas del sur del Tolima se “presentó en sociedad” a finales del año pasado, durante el Festival del Loro Orejiamarillo (evento anual que se realiza en Rocensvalles). Luego, se lanzó de manera oficial en cada una de las áreas de intervención del proyecto, en las cuencas de los ríos Amoyá, Saldaña-Siquila y Cucuana. En esos espacios se organizaron momentos de socialización con la comunidad en los que se les entregó la publicación, se les explicó su contenido y se ahondó sobre la forma de usarla y de leerla.
“Desde ese entonces, la cartilla se ha convertido en una herramienta de sensibilización y de trabajo”, explica William Bravo, Especialista en Restauración en WCS Colombia y uno de sus autores. “En los viveros -añade-, el librillo también ha sido de enorme utilidad para reforzar el valioso conocimiento que las viveristas ya tenían en razón a su formación y a su experiencia”.
Con la cartilla buscamos “poner esas especies en el mapa y hacerlas más visibles, para así generar conciencia local sobre la importancia de su conservación y de la recuperación de los bosques. Se cuida lo que se conoce, y con este conocimiento las comunidades comprenden que ellas son parte de la solución”, concluye Selene Torres.
* Río Saldaña – Una cuenca de Vida es una alianza público-privada entre la Fundación Grupo Argos, Concretos Argos, Parques Nacionales Naturales de Colombia, Cortolima y WCS, con el apoyo de APC-Colombia.