Este es el nombre de una de las recientes publicaciones del programa “Río Saldaña – Una Cuenca de Vida”, con la cual se busca fortalecer el conocimiento y sensibilizar a las poblaciones locales sobre la conservación de los recursos naturales de esta región.
Por Carolina Obregón Sánchez
Con más de 996 mil hectáreas, la cuenca del río Saldaña es la más grande del Tolima. Esta se alimenta de numerosos ríos de este departamento, principalmente del río Saldaña, que nace en el Parque Nacional Natural Nevado del Huila; lo que la convierte en una importante fuente de servicios hídricos para las poblaciones locales. Durante años, la tala fue una de las causas para la disminución de su cobertura vegetal, afectando dichos beneficios.
Ilustración: Iván Cortés
En este contexto, desde 2016 el programa “Río Saldaña – Una Cuenca de Vida” realiza distintas acciones para proteger la cuenca y mitigar las amenazas a los bosques, el agua y otros recursos naturales, específicamente en el área de las subcuencas Amoyá, Alto Saldaña-Siquila y Cucuana. Parte de estas acciones se concentran en la comunicación ambiental como forma de sensibilizar a las familias vinculadas al programa y a la población local sobre la importancia de la conservación de la cuenca.
En línea con dicho propósito nació Amigos del bosque: ayudando a seis árboles y una palma amenazados que habitan en el sur del Tolima, una cartilla ilustrada que a través de cuatro capítulos nos lleva a conocer las “experiencias en torno al uso y a la conservación de los recursos naturales… [familiarizarnos] con siete especies de plantas amenazadas… y descubrir cómo la restauración ecológica desempeña un papel fundamental en los esfuerzos para restablecer sus poblaciones…”.
Las especies amenazadas
Uriel Sosa tiene 70 años de edad, nació en el municipio Roncesvalles, una de las zonas de intervención del programa. Cuenta que en los años setenta y ochenta fue ayudante de tala, actividad que para entonces fue una de las principales fuentes de ingresos de la comunidad: “Aquí se cortó pino, cedro rosado, cedro negro y roble durante mucho tiempo. La madera se vendía para hacer casas o muebles. Se taló mucho y por eso la gente conocía fácil esos árboles”.
Ilustración: Iván Cortés
Como la historia de Uriel, hay otras que se repiten entre la población local: personas que fueron aserradores y aprendieron la labor por tradición familiar y por eso conocen estas especies, que hoy se encuentran en algún grado de amenaza según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Sin embargo, son árboles y plantas que las nuevas generaciones no reconocen.
“En la fase de diagnóstico del programa encontramos que los jóvenes no identifican las especies amenazadas que hay en el territorio, pero también que muchas de las personas adultas que alguna vez talaron, aunque saben de cuál especie se trata, desconocen si estas dan o no semillas o cómo son las semillas de una u otra planta, y para un proceso comunitario de restauración ecológica esto es fundamental”, explica William Bravo, Especialista en Restauración en WCS Colombia y uno de los autores de la publicación. La cartilla, en este sentido, busca fortalecer el conocimiento de dichas plantas, de la restauración, de la propagación y del mantenimiento de los viveros.
El roble (Quercus humboldtii), pino romerón (Podocarpus oleifolius), pino chaquiro o diablo fuerte (Prumnopitys montana), pino hayuelo o silvestre (Retrophyllum rospigliosii), cedro negro o cedro nogal (Juglans neotropica), cedro de montaña o cedro rosado (Cedrela montana), y la palma de cera (Ceroxylon quindiuense), son las especies de las que trata el primer capítulo de la publicación: Las especies amenazadas. Son estos seis árboles y esta palma con los que se está recuperando la cobertura vegetal de la cuenca alta del río Saldaña.
Diálogos y personajes desde el territorio
El segundo y tercer capítulo de la cartilla, Un diálogo con Jacinto y Un diálogo con Filomena respectivamente, presentan conversaciones con dos personajes inspirados en los campesinos de la región. A través de estos diálogos, nos cuentan la historia de sus veredas y fincas, en dos momentos clave: el primero, cuando la tala era parte de la vida diaria, afectando sin saberlo a los bosques, los suelos, la biodiversidad y la cuenca, y el segundo, cuando empezó la concientización y educación ambiental en torno a los procesos de restauración ecológica, un proceso en el que actualmente participan 41 predios, entre ellos el de Uriel.
Ilustración: Iván Cortés
“Yo me vinculé al programa porque quería recuperar los suelos, los árboles y el agua de la finca, que estaba azotada por la tala, la ganadería y los cultivos de amapola. Los suelos se erosionaron y las aguas que bajan por el caño que pasa por aquí estaban malas. Por eso, conservar es la única solución para nuestra tierra”, explica Uriel, quien bien puede representar en la vida real a Jacinto.
Y es que los protagonistas de la cartilla se inspiran en Uriel y en otros campesinos y campesinas de la región. “Para la construcción de la cartilla entrevistamos a las personas que hacen parte de la comunidad para conocerlas y saber cómo se han relacionado con el territorio y las especies presentes en él. A partir de esta información se crearon los personajes y se creó una historia con la que buscamos generar sentido de pertenencia hacia dichas especies, que es uno de los retos del programa pues los árboles y las plantas no son tan llamativas como los animales”, afirma William.
De esta manera, la comunidad local, representada en las historias de Jacinto y Filomena —y también de Antonio, Carmenza, Verónica y Jerónimo—, y el roble, los cedros, los pinos y la palma, sean las protagonistas de la publicación.
Comunicar a la comunidad local
Las familias de Valentina y Carlos Eduardo están vinculadas a “Río Saldaña – Una Cuenca de Vida”. Estos jóvenes, que no superan los 20 años, pertenecen a Amosiqui, el colectivo de comunicación comunitaria del programa. Apasionados por la naturaleza, sueñan con estudiar una carrera universitaria que les permita seguir aportando a la conservación de la cuenca. Gracias a la capacitación recibida, saben cómo comunicar eficazmente a su comunidad, mensajes relacionados con el cuidado del medio ambiente. Por eso son las voces del cuarto y último capítulo, Amosiqui.
Aunque Carlos y Valentina no vivieron los años de tala, conocen las consecuencias de la pérdida de bosques y el impacto del cambio climático. Carlos comenta que: “hay trochas que antes eran muy caudalosas, pero que ahora se han secado y se pueden cruzar a pie”. Valentina, por su parte, dice que “los cambios han sido drásticos pues se ve que los animales se van buscando en donde hay bosques”. Ambos reconocen que apuestas como esta cartilla ilustrada son necesarias para generar conciencia sobre la conservación de la cuenca y de las especies amenazadas, de las que solo identifican la palma de cera, el cedro negro, el pino romerón y el cedro rosado, pues “las demás ya no se ven”.
Ilustración: Iván Cortés
Como se mencionó, la cartilla es una obra ilustrada que cumple la función de representar la realidad de un territorio, pero también un conocimiento científico sobre las especies y la restauración. Según Iván Cortés, ilustrador de la misma, “a través de esta técnica artística se transmite información de manera sencilla, comprensible, cercana y atractiva visualmente, es decir, se rompen barreras de comunicación, para que las comunidades empiecen a relacionarse de una manera más positiva con la naturaleza”.
“Queremos que las familias del programa y de la región se sientan orgullosas de tener un árbol de estos tan raros en su finca, que comprendan que lo que antes usaban como madera o que veían como un chamizo es en realidad un pino colombiano, y comprendan su papel en la preservación de los bosques y, por lo tanto, la cuenca del río Saldaña. La cartilla es una de las acciones de conservación que se suma a otras iniciativas que hemos implementado y que han generado una mayor apropiación de estos procesos por parte de la comunidad”, asegura William.
Uriel destaca de la cartilla que “los personajes sean ilustrados”, Valentina y Carlos Eduardo “el contraste de los colores y que sea animada pues llama más la atención para leer”. Sobre los personajes dicen que “son muy representativos de la región y nos ayudan a entender el territorio y sobre la necesidad de cuidar y preservar los árboles y la cuenca”.
De esta manera, la comunidad local, Parques Nacionales Naturales de Colombia, Corporación Autónoma Regional del Tolima, Fundación Grupo Argos, Concretos Argos, Fundación Franklinia y WCS, se unen como amigos del bosque, para que el río Saldaña sea una cuenca de Vida.