Por Germán Bernal
La tala y la ampliación de la frontera agropecuaria son una gran amenaza para los ecosistemas con su flora y su fauna silvestres, situación que también ha afectado, históricamente, a los llamados bosques andinos, lugares altamente estratégicos por su rol como proveedores de agua y reguladores del clima.
Frente a esta realidad, algunos campesinos del sur del Tolima y del norte del Valle del Cauca se han venido convirtiendo como en una especie de “guardianes” de esas coberturas naturales, y en donde habitan animales emblemáticos como el oso de anteojos (Tremarctos ornatus) y plantas icónicas como la palma de cera (Ceroxylon quindiuense), el cedro negro (Juglans neotropica) y una zamia que hace poco descubrió la ciencia (Zamia tolimensis).
Foto: Lía de la Ossa
Justamente, estos campesinos tolimenses y vallecaucanos sostuvieron un encuentro presencial en el que compararon y comprobaron sus diferentes experiencias en torno a la producción rural sostenible y a la apremiante necesidad de llevar a cabo acciones que contribuyan con la conservación de los recursos naturales.
Una de las asistentes a ese encuentro fue Fanny Moná. Ella vive en El Cañón de las Hermosas, sobre la cordillera Central. Mientras recuerda las 24 horas que le tomó viajar y volver por tierra hasta y desde el municipio de El Águila (vertiente oriental de la cordillera Occidental), Fanny no puede evitar comparar lo propio con lo ajeno, y se asombra más por las similitudes que por las diferencias.
“Usted se para en el patio de la casa de mi finca y ve abajo el Cañón de las Hermosas y al fondo un cerro azulito: es el cerro de Calarma, que está más allá de Chaparral. Y en El Águila, desde una finca donde estuvimos, también se ve abajo un abismo hondo, y al final otros terrenos montañosos y azulados que pertenecen al departamento de Risaralda”, afirma.
Foto: Lía de la Ossa
Junto con otras trece personas, todas habitantes del corregimiento Bilbao (Planadas, Tolima) y del corregimiento Las Hermosas (Chaparral, Tolima), Fanny asistió a ese intercambio de experiencias en el que también participaron campesinos del norte del Valle del Cauca. Era la primera vez que ambos grupos conversaban sobre la forma como vienen trabajando para cuidar la vida silvestre.
Luissander Quira, oriundo de Bilbao, coincide con Fanny en que los paisajes de El Águila son muy parecidos a aquellos que marcan su cotidianidad en tierras tolimenses, especialmente por una razón: la producción cafetera. “No solo los paisajes se parecen mucho; también el sabor del café, que tanto aquí como allá es cítrico y achocolatado”, señala.
Producir protegiendo al medio ambiente
Río Saldaña – Una Cuenca de Vida* y Conservamos la Vida**, son dos programas en los que participan estos “guardianes” ecosistémicos. El primero busca priorizar, en la cuenca alta del río Saldaña (sur del Tolima), la protección de los recursos naturales asociados al agua dulce. Y el segundo hace un llamado a promover entornos apropiados del uso del suelo para beneficiar la vida de especies silvestres como el oso de anteojos. Tanto una como otra iniciativa reconoce la importancia de armonizar la productividad rural con la conservación de los bosques, su biodiversidad y los servicios ambientales que estos nos prestan.
“En ambos escenarios la metodología es muy similar, e incluye, entre otras variables, la firma de acuerdos voluntarios de conservación y la puesta en marcha de diferentes tipos de implementaciones para beneficiar tanto a los propietarios (en términos de sus ingresos y su calidad de vida), como a los ecosistemas en cuanto a su protección”, explica Luisa Rincón, especialista en grandes mamíferos de WCS Colombia.
Foto: Lía de la Ossa
Luisa añade: “durante el intercambio de experiencias que este grupo de campesinos sostuvo en El Águila, sí se habló sobre temas técnicos como la identificación de las fincas o la instalación de las cámaras trampa para conocer la fauna asociada al territorio. Pero el principal objetivo, a fin de cuentas, era que entre ellos mismos se preguntaran `qué hace usted para manejar esto, qué hace usted para sembrar acá´”.
La antropóloga Lía de la Ossa es profesional de Derechos y Comunidades en el programa Río Saldaña – Una Cuenca de Vida. Ella coordinó todo lo relacionado con esta experiencia, y en la que participaron 17 cultivadores y 4 profesionales que trabajan para ambos programas. Lía destaca este encuentro como un espacio que “reforzó la idea de que sí existen caminos para mejorar la producción rural sin hacerle daño al medioambiente, propósito en el que la generación de conciencia ambiental, junto con el trabajo comunitario y asociativo, son pilares fundamentales.”
Café con aroma de conservación
Para el año 2022, el municipio de Planadas fue reconocido como el segundo mayor productor de café en Colombia, siendo Bilbao uno de sus corregimientos más aportantes a esta distinción. A su vez, el cañón de las Hermosas aún no logra alcanzar un lugar tan destacado en esas estadísticas cafeteras, pero también cuenta con una larga tradición en esa materia. Y en El Águila, sus laderas han producido café por años y los campesinos de allí son expertos en hacerlo.
“Ellos ya están exportando su producción, y tienen un comercio asegurado y una marca llamada ‘Café Oso Andino’. Nosotros no tenemos un comprador especial. Por eso, hay mucho que aprenderles”, afirma Luissander Quira.
Foto: Lía de la Ossa
El exitoso trabajo asociativo de esos caficultores del norte del Valle del Cauca hoy produce cosechas que son certificadas por la Federación Nacional de Cafeteros. Además, sus prácticas agrícolas, comprometidas con reducir eventuales impactos ambientales negativos, contribuyen con el cuidado de importantes ecosistemas para la biodiversidad de la región. “Mediante la firma de los acuerdos voluntarios de conservación, estos pequeños propietarios se comprometen a cuidar significativas áreas de bosques. A cambio, ellos reciben asesoría técnica e insumos que permiten fortalecer sus sistemas productivos e impulsar procesos de restauración ecológica”, afirma Luisa Rincón.
Para el caso específico de esos 14 campesinos tolimenses que visitaron las andinas tierras del norte del Valle del Cauca, esta experiencia no les terminó siendo del todo ajena, pues allí lograron reconocer ciertos procesos que son similares a los que ellos implementan para proteger el agua de la cuenca alta del Saldaña. Aunado, en El Águila también pudieron comprobar cómo funciona la estrategia asociatividad para la producción cafetera, y con la que ha sido posible mejorar las ganancias.
“Es una idea excelente, porque se valoran todos los atributos que tiene el café y se puede vender a mejor precio”, sostiene Luissander Quira. Y agrega: “acá, en la vereda Siquila, producimos un muy buen café. Si nos asociamos, podríamos venderlo con sello propio. Pero eso requiere el acompañamiento de un profesional administrativo y de un ingeniero agrónomo que nos asesore”.
Lo cierto es que al final de este intercambio de conocimientos, la semilla de la curiosidad quedó sembrada entre sus asistentes, y reforzó en ellos la idea que la unión entre cosechar y proteger puede conjugarse armónicamente. El diálogo entre estos labriegos andinos -sin lugar a dudas- valió la pena.
Foto: Lía de la Ossa
Fanny Moná, concluye: “a pesar de que fue un viaje muy largo, no sentimos el cansancio, y volvimos a nuestra tierra con más sabiduría y más ilusiones. Ahora, nuestro sueño es tener un café que, además de su calidad, también nos ayude a cuidar nuestra agua y nuestros bosques andinos.”
*Río Saldaña – Una cuenca de vida es una alianza público-privada entre Parques Nacionales Naturales de Colombia, Cortolima, Fundación Grupo Argos, Concretos Argos y WCS.
**La alianza Conservamos la vida está conformada por la Fundación Grupo Argos, Parques Nacionales Naturales de Colombia, la Corporación Autónoma Regional del Valle, Smurfit Kappa y WCS.